18 de julio 1936: Comienza la Guerra Civil.
El capitán Santillán desembarca en Hendaya
El verano de julio de
1936 se presentaba en Hondarribia como un verano más. Los veraneantes
comenzaban a llegar a sus residencias veraniegas a pesar del clima de
crispación social que se palpaba en el país. Podemos seguir a través del diario
de Ramón Sainz de los Terreros como se desarrollaron los primeros días de la
sublevación en Hondarribia que podemos ver que fueron de tensa calma.
Sin embargo, pronto los
acontecimientos se precipitaron. El Ayuntamiento fue sustituido por un comité
del Frente Popular en el que se integraron todos los partidos, incluido el PNV,
que se mantuvieron leales al Gobierno de la República. El Comité se organizó en
Comisarías. La Comisaría de Guerra, la cual se encontraba integrada por Juan Sobier Poit, Salvador Jáuregui Lapitz
(IR) , Pedro de Cea Rebolleda -uno de
los fundadores del sindicato creado en
Hondarribia por los trabajadores en paro- y el concejal socialista Ramón Pérez
Pérez. En la Comisaría de Abastos se integraban, por ejemplo, Fernando Artola
Sagarzazu, presidente de la Euskal Etxea en 1931, y en la de Transportes el
socialista Anastasio Blanco, que llegaría a ser el jefe del servicio secreto
republicano en Hendaya. Se completaba la nómina de las comisarías con la de
Finanzas, de la que formaban parte Mauricio Sanz Garayalde (IR), Antonio de la
Serna (IR), Carlos Zubeldia Garaño (PNV) y de Orden Público en la que se
integró el nacionalista José Miguel Echaniz Arruti y de la que formaba parte
Julián Regúlez, un policía que tuvo un papel destacado en los primeros días del
conflicto.
Las
diversas comisarías fueron ocupando diversos edificios de Hondarribia. La
Comisaría de Guerra se instaló en el casino Mirentxu y las de Orden Público y
Transportes en el Hotel Mouriscot. Por su parte la Comisaría de Sanidad se
incautó del Hotel Concha, que lo utilizó como hospital, aunque luego tuvo que
emplear también las Escuelas Viteri para esta función. Mencionar que en las
inmediaciones de las Escuelas Viteri se dispuso una batería que fue bombardeada
en los días previos a la ocupación de la villa muriendo Benjamín Vicente, un
camillero de la Cruz Roja.
Pero
la principal preocupación de las autoridades republicanas era el fuerte de
Guadalupe, al frente del cual estaba el capitán Juan Grajera y que se mantenía
fiel a la República. Sobre los acontecimientos en el fuerte hay varias
versiones que hemos recogido en otros lugares pero que de manera sintética se
desarrollaron de la siguiente manera en los primeros días del conflicto.
El
19 de julio fueron detenidos, por milicianos de Irún, los capuchinos de Amute y
trasladados al fuerte de Guadalupe. Los milicianos se ofrecieron para reforzar
la guarnición, extremo al que se negó el comandante del mismo. Al día
siguiente, el sargento Blanco, otro personaje destacado en el comienzo de la
Guerra Civil, bajó a Hondarribia a por suministros y fue detenido por los
republicamos. Tras la detención de Blanco una comisión integrada por Tellería,
Pérez, el capitán Santillán y Regúlez, el policía que ya hemos mencionado,
subió al fuerte a entrevistarse con Grajera. Tras la entrevista, y según el
diario republicano de San Sebastián “Frente Popular”, Grajera amenazó con
bombardear la ciudad si Blanco no era liberado. Esa misma noche milicianos que
se encontraban en las inmediaciones del torreón, con el pretexto de vigilar los
depósitos de agua, trataron de apoderarse por sorpresa del fuerte, pero fueron
rechazados por la guarnición.
Al
día siguiente, 21 de julio, es decir el mismo día que se sublevó parte de la guarnición
del cuartel de Loyola. Los representantes del comité parlamentaron con el
comandante del fuerte, quién respondió que “por el momento, la bandera de la
República seguía ondeando en lo alto el fuerte, y que por el momento se hallaba
esperando las órdenes del Gobierno Militar”. En el trascurso de esta entrevista
Grajera fue detenido, sin que la guarnición reaccionase, tomando el control
Ramón Pérez junto con unos ciento cincuenta milicianos procedentes de Irún y
Hondarribia. La mayor parte de ellos eran los chóferes-mecánicos de los
veraneantes tal como recoge Sainz de los Terreros en su diario. Una vez que los
republicanos se hicieron con el control del fuerte y Grajera fue detenido. Los
milicianos que habían acompañado a Ramón Pérez se retiraron. Tras la detención
del comandante del fuerte el sargento Blanco se hizo cargo del mismo hasta la llegada
del capitán Santillán. Éste, era un militar retirado natural de Deva que durante
la II República fue el instructor de la compañía del Círculo Republicano en el
Alarde, de la que era capitán su hijo.
La
suerte de los personajes que hemos mencionado fue diversa. El capitán Grajera
fue asesinado en el Hospital de Irún en agosto de 1936. El sargento Blanco,
tras abandonar el fuerte, se puso al frente de una batería en las inmediaciones
de Mirandarena e hizo toda la Guerra ascendiendo hasta el rango de capitán. Al
final de la misma pasó a Francia, desde donde volvió a España siendo juzgado y
condenado en un consejo de guerra. Tras ser puesto en libertad entabló una
larga lucha para que se le reconociesen sus derechos, no lográndolo hasta la
promulgación de la Ley de Amnistía de 1976. Ramón Pérez, ante la inminente
ocupación de Hondarribia por los sublevados en septiembre de 1936, partió al
exilio, primero a Bilbao -donde ocupó el cargo de alcalde de la ciudad- y luego
a Francia, muriendo posiblemente en Toulouse al poco tiempo. El exilio fue el
también el destino del capitán Santillán, que murió en Francia en una fecha que
no podemos precisar.
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