El éxodo de Hondarribia en el verano de 1936.
Una
de las consecuencias de la Guerra Civil de 1936 a 1939, que este año cumple el
85 aniversario de su comienzo, fue que numerosas personas tuvieron que partir
al exilio. Hondarribia no quedó al margen de este proceso y un porcentaje
numeroso de la población tuvo que abandonar su lugar de residencia y partir a
Francia. Algunos regresaron al cabo de un tiempo mientras que otros
permanecieron como refugiados en el país vecino durante periodos más o menos
largos de tiempo.
El
éxodo por la guerra fue un fenómeno que comenzó a producirse a raíz de la
entrada de las tropas sublevadas en Beasain el 28 de julio de 1936. En esta
localidad, la primera de cierta entidad ocupada por las tropas procedente de
Navarra y en la que encontraron cierta resistencia, se produjo el fusilamiento
de varios vecinos de la localidad así como destrucciones e incendios. A partir
de ese momento cuando las tropas procedentes de Navarra se acercaban a un
municipio este experimentaba un importante éxodo de población. Ese fue el caso de
Tolosa, Andoain y, posteriormente, Irún o San Sebastián. Hondarribia no fue una
excepción como vamos a ver a continuación.
En
los primeros días de septiembre de 1936 la guerra se aproximó a Hondarribia.
Tras los bombardeos navales del fuerte de Guadalupe del mes de agosto el 3 de septiembre
un avión lanzó dos bombas. Una de ellas cayó cerca de las escuelas Viteri, en
ese momento hospital de la Cruz Roja, causando la muerte de Benjamín Vicente y
varios heridos. El Gobernador Civil, Antonio Ortega, manifestó al embajador
francés Jean Herbette que los sublevados no tenían ningún motivo para
bombardear la ciudad ya que en ella no había fuerzas ni depósitos de material o
municiones. También la artillería de los sublevados puso entre sus objetivos
las baterías situadas en las inmediaciones de Hondarribia. Sainz de los
Terreros recoge la impresión que causaron estos ataques en la población. Como
recuerda en su diario
“Ante
el incesante bombardeo el pánico de la población sube de punto: la gente se
refugia en la iglesia, en sus casas, en los huecos de las murallas, o se tira
al suelo al oír el silbido de las granadas. Los asaltantes enfilan sus tiros
principalmente contra la batería emplazada en Miranda enea y contra el
torpedero fondeado en el Bidasoa. Los disparos son continuos, y como no todos
dan en el blanco, caen bombas y granadas por todas partes, llegando algunas
hasta la barriada de la playa. En el hospital de la Cruz Roja el peligro es
inminente y el personal sanitario ha tenido que evacuarlo”
El
día cuatro de septiembre fue un día decisivo. Ese mismo día se producía el
incendio de Irún y se tomó la decisión de la evacuación de la ciudad. Los
hondarrabitarras se unieron a los vecinos de Irún y decidieron pasar a la
vecina Francia. A diferencia de los iruneses el éxodo de Hondarribia se produjo
por vía marítima. En su diario Sainz de los Terreros recordaba como “El
embarcadero está lleno de gente esperando turno para cruzar el Bidasoa en las barcas disponibles […]. Se ve la vecina
playa atestada de gente, y aquella muchedumbre va incrementándose por sucesivas
remesas de emigrantes, que, al desembarcar forman pintorescos grupos sentados
sobre la arena y rodeados de equipajes, o desfilan, por teorías interminables,
en busca de alojamiento”.
En
su diario Sainz de los Terreros señala como “en menos de dos horas, se calcula
que pasaron la frontera unos tres millares de personas sin contar los que
lograron escapar de Irún por la avenida de Francia antes de que el puente internacional fuese
ocupado por los navarros. Quedó, no obstante, en Fuenterrabía un escaso número,
muy escaso, de rezagados que por diversas circunstancias no pudieron o no
quisieron utilizar tan expedita y practicable puerta de escape, pero a quienes,
en cambio, les fue dado presenciar la agonía roja de esta vieja ciudad”.
Los
documentos que se
conservan en el Archivo Municipal nos permiten corroborar y cuantificar las
afirmaciones de Sainz de los Terreros. Según nuestros cálculos podemos estimar
que en torno a 51% de la población del Casco Antiguo y el 49% de los que
residentes en la Marina pasaron a Francia. Los puntos de partida fueron la
playa y Kai Zaharra, desde donde a bordo de todo tipo de embarcaciones se
dirigieron a la playa de la vecina Hendaya desembarcando en ella. Analizando la
documentación sabemos que las calles de las que partieron el mayor número de
vecinos fueron la calle Tiendas, de donde más del 66% de sus vecinos pasaron al
exilio, seguida de la plaza de Armas, Pintor Etxenagusía, San Nicolás y Matxin
de Arzu que fueron evacuadas por más del 50% de sus habitantes. Por el contrario,
las calles que experimentaron una menor salida de vecinos fueron las calles
Mayor, Obispo, Javier Ugarte, Pampinot y Domingo de Eguía, todas ellas, sin
embargo, con un porcentaje entre el 30 y el 10% de evacuación como expusimos de
manera detallada en nuestro estudio sobre la represión en Hondarribia.
Entre
las personas que evacuaron a Francia encontramos a los principales responsables del
Frente Popular como Ramón Pérez; el capitán
Santillán, responsable del
fuerte de Guadalupe. Ambos murieron
en el exilio sin regresar a Hondarribia. También abandonaron Hondarribia el
dirigente comunista Juan Pezón; Serapio
Legarreta Sanz, secretario de UGT, que hizo guardias en
el fuerte entre otros muchos. Pero no solo pasaron la frontera personas
comprometidas políticamente. También
pasaron a Francia personas como Margarita Araneta y su novio Zenón, de los que
ya nos ocupamos en otro texto; Nicolasa Ugartemendía, su nieta María Luisa
Echeveste y su biznieta Maritere López Echeveste, cuya imagen acompaña estas
páginas y se puede considerar icónica del exilio de los habitantes de
Hondarribia. También pasó a Francia la familia de Ricardo Álvarez, el militar republicano
que nos dejó un testimonio de la Guerra Civil en la ciudad y un gran número de
personas hasta suponer más de la mitad de la población e Hondarribia. Pero no solo
personas comprometidas o vinculadas al nacionalismo o a la izquierda pasaron a
Francia. Incluso el exalcalde y futuro alcalde en el franquismo Francisco
Sagarzazu pasó a Francia lo cual pone de manifiesto que
el miedo, sea por la causa que fuere, fue la principal cuestión para cruzar el
Bidasoa.
Tras
la salida la mayor parte de los evacuados permanecieron en las localidades más
inmediatas a la frontera como Behobia o Hendaya. La mayor parte
de los huidos, que lo habían hecho por miedo como indicó Margarita Araneta en
sus declaraciones posteriores, confiaban en regresar rápidamente a sus casas,
una vez que la guerra se hubiese alejado de Hondarribia. Al poco tiempo de la
ocupación de Hondarribia la Comandancia Militar del Bidasoa, al frente de la
cual se encontraba el comandante Julián Troncoso, se hizo cargo de la
regularización del regreso de los refugiados. En los primeros momentos el
regreso a Hondarribia fue sencillo, pero a medida que pasaba el tiempo las
condiciones para el regreso se fueron endureciendo, A pesar de ellos podemos
considerar que el 90% de los que abandonaron Hondarribia en el verano lograron
regresar a lo largo de 1936. El regreso de los que permanecieron en Francia fue
más complicado.
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