Los toros en Hondarribia

 

La afición a los toros, consideraciones actuales a parte, ha estado muy presente en el País Vasco desde tiempos muy antiguos. En la actualidad, además de las plazas de toros de las tres capitales vascas, los festejos con toros son muy celebrados en localidades como Azpeita, Deba o Zestoa, por mencionar algunas localidades guipuzcoanas. Vascos han sido también destacados toreros, como fue el caso de Luis Mazzantini (Elgoibar, 1856), Pedro Basauri Paguaga “Pedrocho” (Eibar, 1893), Cástor Jaureguibeitia Ibarra “Cocherito de Bilbao” (Bilbao 1876), o Augusto Cabrera García “Chatillo de Bilbao” (Deusto 1891) o  Pedro Ipiña “Morenito de Sestao  (Aranzazugoiti, 1903).

Hondarribia no fue una excepción en lo que se refiere a la afición a la tauromaquia. Ernesto Goiricelaya recoge en su libro sobre Hondarribia, como hay constancia de corridas de toros desde 1474 y el arrendatario del molino de Santa Engracia tenía estipulado en su renta la entrega de un toro para los festejos taurinos.

En el siglo XVIII, concretamente en 1754, se tomó la decisión de construir una casa para fiestas de corridas de toros que sirviera de palco presidencial. Pese a que se tomó la decisión, esta no se materializó ya que el Ayuntamiento era propietario del solar, pero carecía de los fondos para la edificación. El sacerdote hondarrabitarra Juan Ignacio de Sorondo, residente en Cádiz, se ofreció a construir la casa con la condición de que el clero parroquial dispusiese de un balcón donde presenciar el espectáculo. El Ayuntamiento consideró la oferta pero puso como condición para la cesión del suelo que se dispusiera de un palco presidencial para los “alcaldes y demás constituyentes” y que los bajos del edificio se utilizaran como toriles, aspecto que desagradó al capitular y el acuerdo no se materializó. De este modo, no fue hasta 1790 que no se construyó la casa que en la actualidad es el número 9 de Arma Plaza como nos narra Ernesto Goiricelaya. Pese a que no eran los mejores tiempos -la guerra iba hacer acto de presencia en Hondarribia casi de manera continuada entre 1793 y 1833- la casa de Arma Plaza siguió siendo el palco presidencial de los festejos taurinos hasta la inauguración de la plaza de toros extramuros a finales del siglo XIX.


Julio Aparicio brinda un toro en la corrida inaugural de 1958. Fuente. Ayuntamiento de Hondarribia.

Las primeras noticias de las que disponemos de pretensión de construir una plaza de toros en Hondarribia se remontan a 1869, cuando el Ayuntamiento recibió la propuesta de una sociedad francesa -denominada “Compañía francesa del Kursaal y de los baños de mar de Fuenterrabía”- que manifestaba su intención de abrir un casino en la ciudad. Eran los tiempos en los que el fenómeno del turismo ligado al termalismo y los baños de mar se estaba desarrollando. En Gipuzkoa el termalismo, como ha estudiado Carlos Larrinaga, contaba con una larga tradición datando los balnearios más antiguos de principios del siglo XIX (Zestoa, 1804 y Santa Agueda, 1827) creándose otros nueve hasta 1869.

 Hondarribia, que quedaba al margen del desarrollo del termalismo, se centró en los baños de mar, que se estaban popularizando por esa época, por lo que la sociedad francesa -además de un casino- ofreció construir una casa de baños y una plaza de toros, concesión que fue aprobada el 2 de diciembre de 1869. Sin embargo, la inestabilidad política y el regreso de la guerra hasta 1876, frustraron el desarrollo de una plaza de toros en Hondarribia. Hubo que esperar hasta finales del siglo XIX, cuando ya desde el Ayuntamiento se apostó de manera decidida por el turismo, cuando se construyó la plaza de toros de Hondarribia.

En los años finales del siglo XIX, Hondarribia experimentó una importante transformación. El arquitecto Juan José Aguinaga materializó el primer ensanche de la ciudad (el actual paseo de Butrón) y entre 1890 y 1892 se levantaron el mercado, la alhóndiga -ambos edificios de Aguinaga- y la plaza de toros y el frontón adosado a las murallas.

La construcción de la plaza de toros se debe incluir en el plan para dotar a Hondarribia de atractivos para los turistas. La construcción de esta corrió a cargo de la “Compañía de la Plaza de Toros de Fuenterrabía, constituida el 13 de noviembre de 1891. La junta directiva de la sociedad estaba formada por Sabino Otaegui, José Zabala, Pedro Añorga y Manuel Fernández y se construyó en terrenos de Sinforiano González y Zoa Sorondo.

La plaza se inauguró el 24 de julio de 1892 aunque la primera corrida oficial fue el 8 de septiembre de ese mismo año. El cronista del diario republicano “La Voz de Guipúzcoa” reseñó la inauguración de la plaza, aunque indica que:

“Fue mucha la que hubo en Fuenterrabía, pero no la suficiente para llenar la plaza. ¿Por qué? Esto tiene más misterio que las corazonadas del general. Plaza nueva. Corrida de primera. Día espléndido. ¿Qué faltaba? Nada. Nuestras clases acomodadas, las que veranean por ahí cerca, les dan realce a las fiestas y.… dinero a las empresas, los que se las echan de proteccionistas hasta de nuestro espectáculo nacional, brillaron ayer por su ausencia”

Unos años más tarde, en la corrida del 8 de septiembre de 1889, se produjo una tragedia. Esa tarde se lidiaban reses de la ganadería riojana de Cipriano Sáenz. Uno de los novillos, de nombre “Cordobés”, cogió al diestro Perita, hiriéndole con una gravísima cornada que le ocasionó la muerte al día siguiente.

El coso de Hondarribia se convirtió en uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad hasta que, el día de San Pedro de 1910, se inauguró la plaza de toros de Irún, lo que marcó la decadencia del coso de Hondarribia que cayó prácticamente en el olvido. Sin embargo, los resultados en Irún no fueron los esperados y en 1920 se vendieron los terrenos a Salvador Echeandía Gal, quien obtuvo la autorización para derribar la plaza de toros de la ciudad fronteriza. La desaparición de la plaza de Irún, y el proyecto de desarrollo de Hondarribia como una ciudad turística durante la alcaldía de Francisco Sagarzazu, hizo que éste encargara a Pedro Muguruza un proyecto de reforma de la plaza en 1930.

La destitución de Sagarzazu, tras la caída de la dictadura de Primo de Rivera en enero de 1923, y la posterior época de la República, la Guerra Civil y la posguerra, pospusieron hasta 1950 la reforma de la plaza de toros. Esta se llevó a cabo cuando  cuando se concedió la explotación de ésta a la sociedad “Miamanca”, de la que era presidente el alcalde Francisco Sagarzazu. A partir de la concesión se reconstruyó la plaza, con un proyecto de  Pedro Muguruza. La reinauguración tuvo lugar el 7 de septiembre de 1958 coincidiendo con las fiestas patronales. En la corrida inaugural actuaron los diestros Julio Aparicio, que sustituyó  Antonio Ordoñez, Manolo Vázquez y Antonio Borrero “Chamaco”, es decir los toreros más destacados del momento. En la inauguración, tal como le gustaba a Sagarzazu, hubo una nutrida representación de autoridades entre las que se encontraban el presidente del Consejo de Estado -Conde de Vallellano-, el ministro del Ejército Antonio Barroso y el de Vivienda, José Luis Arrese.

La plaza de toros de Hondarribia, concebida como un aliciente para un turismo procedente principalmente de Madrid fue perdiendo importancia frente a otras plazas y por el descenso de la presencia de los veraneantes y acabó desapareciendo en las últimas décadas de siglo XX y su lugar fue ocupado por viviendas debido al desarrollo urbano experimentado por Hondarribia en la recta final del siglo pasado.

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