La guerra secreta en el Bidasoa. El comandante Troncoso (y II)


Julián Troncoso Sagredo. Foto de su ficha policial tras ser detenido en Francia.

En el artículo anterior hemos hecho referencia al origen y las primeras actuaciones de los hombres de Troncoso. En este texto nos vamos a centrar en sus acciones más importantes, y en las que lograron los mayores éxitos, como fue el asalto y captura de barcos republicanos en puertos franceses o en alta mar.

Uno de los principales objetivos de los sublevados era el interrumpir el comercio entre Europa y la zona republicana con el fin de evitar que las tropas republicanas pudieran recibir armas, municiones y pertrechos. Tras la ocupación de San Sebastián, en septiembre de 1936, el puerto de Pasajes se convirtió en una importante base desde la que atacar el tráfico marítimo republicano. La primera víctima de las operaciones de los sublevados fue el buque «Galerna», un antiguo bacaladero que fue empleado desde septiembre de 1936 para el transporte de personas y mercancías entre Bayona y Bilbao. En el transcurso de su tercer viaje, el 15 de octubre de 1936, fue capturado por cuatro bous al servicio de los sublevados. Como señala Juan Pardo la captura del buque respondió a la colaboración de parte de la tripulación con los rebeldes y en concreto el comandante de la nave y el primer oficial habían pactado la entrega de la misma. La captura del barco tuvo una gran repercusión en la prensa de la zona controlada por los sublevados. El 17 de octubre de 1936 «El Diario Vasco» dedicó un reportaje a la captura del barco destacado que entre los prisioneros capturados se encontraba el sacerdote y propagandista nacionalista José Ariztimuño «Aitzol». Todos los prisioneros fueron fusilados en el cementerio de Hernani, una localidad cercana a San Sebastián donde se llevaban a cabo las ejecuciones, con la sola excepción del ciudadano francés Jean Pelletier, al que las gestiones del embajador francés Jean Herbette lograron liberar.

Tras el «Galerna» los ataques contra los barcos continuaron. El siguiente objetivo fue el mercante «Mar Rojo», al que le colocaron un explosivo en las calderas tras lo cual fue capturado. Lo mismo ocurrió con el petrolero «Campoamor» que se encontraba fondeado, cargado de petróleo, en el puerto de Le Verdon. Para su captura se organizó un grupo de asalto formado por el capitán Miguel Ibáñez de Opácua, Manuel Orendain, Emiliano Baraibar y el jefe local de FET y de las JONS de Irún. Este grupo contó con la colaboración de León Pardo, un agente de aduanas de Hendaya. Para capturar el barco los agentes franquistas organizaron un baile en la Pointe de Grave. Según se narra en un informe del Servicio Especial del Consulado de Hendaya los agentes franquistas organizaron el baile para reunir

A los marinos leales con mujeres de la vida que fueron captándoles la voluntad. Casi todos los días nuestros inocentes marinos saltaban a tierra para frecuentar los restaurantes y cabarets donde estas mujeres les esperaban, Un día convenido por los fascistas se aprovechó uno de esos bailes nocturnos en que no quedaban a bordo más que la oficialidad ganada por los fascistas y marinos sin color para entrar a bordo del Campoamor un grupo de fascistas, al frente de los cuales iba un capitán de la marina rebelde y sacar el barco tranquilamente dirigiéndolo al puerto de Pasajes en donde entró al atardecer del sábado 10 de julio[de 1937].

El éxito con el «Campoamor» llevó a los hombres de la Comandancia del Bidasoa a tratar de apoderarse de nuevos objetivos de más calado como eran los destructores «José Luis Díez» y «Císcar», los únicos navíos de guerra de cierta importancia con que contaban los republicanos en el Cantábrico. Los servicios de seguridad republicanos mantenían una discreta vigilancia sobre el comandante de éste último –Juan Antonio Castro Eizaguirre- hijo del que fuera presidente de la Diputación de Guipúzcoa y Gobernador Civil de Vizcaya, el republicano Luis Castro Casal. Éste había sido autorizado por los franquistas para regresar a su Tolosa natal lo que levantó recelos de los republicanos quienes consideraban que, en contrapartida por el regreso de su padre, el comandante podía entregar el buque. Finalmente las sospechas no se cumplieron y el «Císcar» fue hundido por la aviación franquista en el puerto de Gijón el 20 de septiembre de 1937.

Por su parte el «José Luis Díez» también era vigilado por agentes republicanos. El motivo fue el informe de un agente republicano, días antes de que zarpase hacia Inglaterra, que recogía la pretensión de los agentes franquistas de hacerse con el buque. Este navío ya había sufrido un sabotaje en marzo de 1937 tras haber efectuado reparaciones en el puerto de Burdeos. Pese a que el comandante del buque y cinco oficiales desertaron el barco siguió fiel a la República. En agosto de 1938 partió hacia el Mediterráneo con el antiguo comandante del «Císcar» al mando. El 27 de agosto de 1937, tras ser atacado por el crucero sublevado «Canarias» se refugió en Gibraltar donde permaneció hasta el 30 de diciembre de 1938 fecha en la que, tratando de escapar, acabó varado en la playa.

 

El asalto al C-2. El final de la historia.

Las actuaciones del grupo de Troncoso iban a finalizar el 18 de septiembre de 1937. Ese día se produjo el fallido asalto por parte de los hombres de la Comandancia de Irún al submarino republicano C-2 que se encontraba en el puerto de Brest.

Las intenciones de Troncoso eran que los sublevados se apoderasen de un submarino republicano refugiado en Francia, al carecer la flota sublevada de ellos. Dos sumergibles, el C-4 en Le Verdon y el C-2 en Brest, fueron sus objetivos. Los agentes franquistas intentaron en primer lugar apoderarse del C-4 y para ellos contactaron con el comandante de mismo, Jesús Miguel Las Heras, quien aceptó pasarse a las filas de los sublevados, no sin antes sabotear el submarino y destruir varias piezas imprescindibles para la navegación. Ante esta circunstancia los hombres de Troncoso colocaron en el objetivo al submarino C-2 refugiado en el puerto de Brest. El plan para apoderarse del submarino fue el mismo empleado en otras ocasiones. Se trataba de conseguir que los oficiales se pasaran de bando ofreciéndoles una determinada cantidad de dinero. Si esto no funcionaba la segunda opción era asaltar el navío, al igual que había ocurrido en otras ocasiones, neutralizando a la tripulación. En esta ocasión los hombres de Troncoso optaron por el asalto. Para ello se organizó un comando en el que, además de Troncoso, se integraron Robert Chaix, Rafael Parella, Manuel Orendain José María Gabarain y Salvador Serrats. Además de éstos apoyaron la operación León Pardo, agente de aduanas de Hendaya y el marqués de Linares. Del grupo asaltante queremos destacar la personalidad de los dos franceses; Robert Chaix y León Pardo.

Submarino C2 en el puerto de Brest. Foto: Juan Pardo.
La foto anterior fue una cortesía del historiador Juan Pardo San Gil, fallecido en 2013 y que recientemente ha recibido un merecido homenaje a su labor como investigador. 

Ambos eran miembros del Partido Social Francés (PSF) del coronel La Rocque. Chaix era responsable del PSF en San Juan de Luz y es posible que fuera miembro de la Cagoule. Por su parte León Pardo también pertenecía a la Croix de Feu y fue colaborador de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.

    Tras prolijos preparativos, y muchas idas y venidas de los hombres de Troncoso, éstos decidieron pasar a la acción. El plan era sencillo. Aprovechando un día en que parte de la tripulación se encontraba en tierra los hombres del comando se acercarían en barca al submarino. Con lo que no contaba Troncoso es que, al parecer, dos miembros del llamado Servicio de Información y Coordinación (SIC) de la CNT se habían infiltrado en las filas de los hombres de Troncoso. Según las fuentes anarquistas dos agentes, X-9 y X-12, entraron en contacto con un miembro de la tripulación Augusto Diego a quien pusieron al día de los planes de los franquistas.

Los asaltantes, en un primer momento, lograron reducir a la tripulación pero Agusto Diego se parapetó en la torreta del submarino. Uno de los asaltantes, Manuel Orendain, trató de reducirlo pero Diego lo abatió de un disparo. Esto hizo que el resto de asaltantes se retirara sin poder apoderarse del submarino. Los asaltantes emprendieron la huida hacia la frontera española. La policía francesa detuvo a varios de ellos cerca de la frontera. Los arrestados fueron Manuel Orendain, Salvador Serrats      y Rafael Parella. Troncoso, según sus propias declaraciones, pasó a España escondido en el maletero del coche del embajador de Argentina.

La crisis del C-2 provocó un serio incidente diplomático entre la España franquista y Francia. Al día siguiente de la detención de los miembros del comando Troncoso se presentó ante el comisario especial de Hendaya exigiendo la liberación de sus hombres. Tras numerosas consultas a París fue el propio ministro de Interior, el socialista Marx Dormoy, el que ordenó la detención de Troncoso pese a las amenazas de éste de que su detención equivaldría a una declaración de guerra entre Francia y la España franquista. La decisión de detener a Troncoso, y la constancia por parte de las autoridades francesas de la colaboración de éste con la Cagoule, se produjo en la coyuntura de las crisis de los cagoulards en Francia. Recuérdese que una semana antes del ataque al C-2 se había producido la explosión en la sede de la patronal francesa, en la que murieron dos policías, en junio habían sido asesinados los hermanos Roselli y en enero miembros de la Cagoule habían asesinado en el Bois de Boulogne al banquero ruso Navachine. Todos estos acontecimientos podemos suponer que hicieron que la postura del Gobierno francés fuese de mayor dureza y decidiera acabar con las andanzas de los hombres de la Comandancia en territorio galo. De todos modos las consecuencias del asalto no fueron demasiado graves. Los detenidos permanecieron encarcelados hasta marzo de 1938.

El 22 de marzo de 1938 un tribunal de Brest condenó a Troncoso, Serrat y Orendain a seis meses de prisión. Chaix fue puesto en libertad al anunciarse el veredicto y Orendain, tras ser liberado en Brest fue conducido a Bayona donde debía comparecer ante el juzgado por una cuestión posesión de armas y explosivos. El 26 de marzo Troncoso y Serrats fueron expulsados de Francia por Hendaya. Con su expulsión de Francia se puso fin a la carrera como agente encubierto de Julián Troncoso. Tras su regreso a España fue cesado de su cargo de Comandante Militar del Bidasoa y trasladado al frente de Cataluña. La prensa republicana le dio por muerto en marzo de 1938 sin embargo la noticia resultó falsa. Tras la Guerra Civil Julián Troncoso fue nombrado presidente de la Federación Española de Fútbol por el Delegado Nacional de Deportes general Moscardó. Igualmente fue vicepresidente del Real Madrid y entre 1961 y 1964 fue procurador en Cortes por el Sindicato Nacional del Transporte que presidía al ser un empresario del sector. Su papel al frente de un comando durante la Guerra Civil quedaba muy atrás aunque todavía en 1970, en las páginas del diario «ABC» recordaba las actividades de éste grupo lo que es una muestra de la importancia de las actuaciones de los hombres de la Comandancia Militar del Bidasoa. Troncoso, por su parte, siguió vinculado al Bidasoa y tenía una villa en Hondarribia, Villa Elena, diseñada por Pedro Muguruza.

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