Una página de la historia del socialismo se escribió en Hondarribia.



1974 fue un año de gran importancia en el socialismo español. Ese año se celebró el congreso de Suresnes en el cual fue elegido secretario general del partido Felipe González, lo que supuso la victoria del sector renovador y se puso fin a una crisis interna que se arrastraba desde años atrás y que terminó con la escisión del PSOE en dos grupos, el sector renovado y el PSOE (H). Un episodio de la solución a esa larga crisis iba a tener lugar en Hondarribia y es al que nos vamos a referir en estas páginas.

El Partido Socialista, al igual que el resto de las fuerzas políticas de oposición al franquismo, sufrió una intensa persecución por la dictadura. A pesar de ello el PSOE trató de reconstruir sus direcciones una vez tras otra hasta que -en 1953-, tras la detención y muerte en comisaría de Tomás Centeno, se decidió trasladar la dirección del partido al exterior, concretamente a Toulouse, donde esta recayó en Rodolfo Llopis, quién desde 1944 y hasta los años setenta ejerció la labor de secretario general de la Comisión Ejecutiva en el exilio.

Mientras, en el interior, los esfuerzos por reconstruir el partido eran liderados por socialistas vascos como Antonio Amat “Guridi”, Ramón Rubial “Pablo”, Nicolás Redondo “Juan”, Eduardo López Albisu “Celso” –padre del Lehendakari Patxi López-, Enrique Múgica “Goizalde” o el escritor donostiarra Luis Martín Santos. Sin embargo, en 1958 Amat, Martín Santos y hasta un centenar de personas más fueron detenidas, sufriendo el PSOE un serio descalabro en el interior. La detención de Amat hizo que Ramón Rubial pasase a ser el máximo responsable del socialismo en el interior y desde 1958 hasta 1972 ostentó la representación del interior ante la ejecutiva de Toulouse.

En 1967, tras decretarse el estado de excepción en Vizcaya como consecuencia de las huelgas que sacudían a la provincia, fueron detenidos Rubial, Redondo y López Albizu y desterrados a Caminomoriscos y Las Mestas (Cáceres) y Huercal-Overa (Almería) respectivamente.

En paralelo, en Andalucía, concretamente en Sevilla, se estaba reorganizado otro núcleo socialista en torno a Felipe González, “Isidoro” que formó parte del Comité Provincial de Sevilla junto con Alfonso Guerra “Andrés” y Luis Yáñez “Leiva”. Este grupo sevillano pronto chocó con la autoridad de Llopis, pero el apoyo de Nicolás Redondo y Enrique Múgica permitió que los socialistas sevillanos irrumpieran en el PSOE. Su dirigente, Felipe González, logró en el XI Congreso, celebrado en 1970, que la dirección socialista fuese compartida entre el interior y el exterior, con lo que no estaba de acuerdo Rodolfo Llopis.

La ruptura entre los socialistas del interior y Llopis se produjo en mayo de 1972, cuando Alfonso Guerra publicó en “El Socialista” un artículo titulado “Los enfoques de la praxis” que Llopis trató de censurar y le sirvió como excusa para retrasar la celebración del XII. Los socialistas del interior habían delegado la organización del mismo en Alfonso Guerra. Finalmente, sin no pocas dificultades, el congreso se celebró y Nicolás Redondo fue elegido secretario político y los vascos Enrique Múgica, Ramón Rubial y Eduardo López Albizu pasaron a formar parte de la ejecutiva socialista, como miembros del “interior”, junto con los andaluces Felipe González y Alfonso Guerra. Este congreso supuso el fin de la época de Rodolfo Llopis y que culminó con la creación del PSOE Histórico.

La última parte de esta historia se desarrolló entre 1973 y 1974. El año comenzó con la dimisión de los representantes andaluces en la ejecutiva por el boicoteo a “El Socialista” –que redactaba Alfonso Guerra- por la representación en el exterior. En estas circunstancias Guillermo Galeote, nacido en San Sebastián, pero perteneciente al grupo sevillano, propició una reunión informal en el Parador Provincial de Jaizkibel, a mediados de agosto de 1974, para analizar el contenido que debía tener el XIII Congreso del PSOE que estaba previsto que se celebrase en octubre de ese año.

Esta reunión, que ha sido rescatada del olvido por el historiador Ángel Comonte en su libro “El socialismo de lo pequeño en Hondarribia” y que tanto Alfonso Guerra –que le dedica un capítulo- como Enrique Múgica recuerdan en sus memorias. La razón de elegir el parador fue que éste era un lugar discreto y que Enrique Múgica tenía cierta relación con quien gestionaba el albergue, lo que facilitó que se reuniesen “varios amigos para trabajar con discreción durante varios días”.

A la reunión asistieron Nicolás Redondo, Enrique Múgica, Eduardo López Albizu, Pablo Castellano, Guillermo Galeote, Alfonso Guerra y Felipe González, es decir la mayor parte de los representantes el interior en la comisión ejecutiva elegida en 1972 y en la que tan solo faltó, por parte vasca, Ramón Rubial.

En la mencionada reunión se redactó el borrador de lo que posteriormente se conocerá como “Declaración de Septiembre” y en la cual el PSOE abogaba por la ruptura democrática única salida a la dictadura y en la que se abogaba por la libertad de todos los presos políticos, la recuperación de las libertades básicas, la convocatoria de elecciones libres y el reconocimiento de los derechos de las nacionalidades ibéricas entre otras cuestiones.

Pero no solo se trató esta cuestión en la reunión de Jaizkibel. También se abordó la cuestión de quienes iban a ser las personas que iban a formar parte de la dirección del partido y la opinión unánime de los reunidos fue que al frente del mismo debía estar Nicolás Redondo, sindicalista, militante con una larga trayectoria, y una persona con prestigio y autoridad en el partido y en caso de que éste no aceptase se puso sobre la mesa la posibilidad de que fuese Felipe González el elegido. Como curiosidad señalar que Nicolás Redondo fue uno de esos niños repatriados que pasó por el albergue que se había establecido en el antiguo hotel Mouriscot.

El congreso definitivo se celebró en la localidad francesa de Suresnes entre el 11 y el 13 de octubre de 1974. En el trascurso del mismo, cuando se planteó la cuestión de quien iba a asumir la dirección del partido, Nicolás Redondo expresó su negativa y sugirió el nombre de Felipe González. Finalmente, el peso de los delegados vascos, asturianos y sevillanos lograron imponer su criterio. Felipe González asumió la secretario general y cinco socialistas vascos; Nicolás Redondo, Enrique Múgica, Eduardo López Albizu, Txiki Benegas y el histórico Juan Iglesias se integraron en la ejecutiva dando idea del peso del socialismo vasco y culminando la renovación generacional del socialismo español.

Comentarios