¿Campiña o mar? El desarrollo de las grandes villas de Hondarribia

 


El desarrollo de Hondarribia como ciudad turística tuvo diversas fases en las que no todos estuvieron de acuerdo. Tras realizar un primer ensanche en la actual zona del paseo Butrón el Ayuntamiento se planteó la disyuntiva de cómo debía continuar el desarrollo de Hondarribia y su transformación en una ciudad turística. Fue en este momento cuando podemos apreciar existencia de dos planteamientos diferentes; el del Ayuntamiento y de los veraneantes más adinerados.

La primera propuesta partió del Ayuntamiento, quien era favorable de continuar con la consolidación de la línea de costa que tan buenos resultados le había dado en la zona del ensanche de Aguinaga. Por esa razón, en 1906, encargó al ingeniero Marcelo Sarasola la redacción de un proyecto para consolidar las marismas entre el edificio Miramar y el Puntal de España ante la demanda de terreros donde construir nuevos edificios para albergar a los veraneantes y al vecindario. El motivo era la creciente demanda de nuevas construcciones para asentar a la población y a los veraneantes.

Pero el planteamiento municipal iba a recibir una seria oposición desde el periódico “Jaizkibel” que, en marzo de 1911, comenzó una campaña criticando esta supuesta inactividad y la necesidad de impulsar el desarrollo de la ciudad ante el desarrollo de Hendaya y se hace notar la falta de un gran hotel.

El artículo indica claramente como solo el desarrollo urbano puede garantizar el progreso de la ciudad, carente de industria por las restricciones a la misma en la zona de la frontera y carente de un gran hotel a semejanza de lo que ocurre en Hendaya. Lo que se defiende desde las páginas de “Jaizkibel” era una gran operación de especulación urbanística que, en caso de llevarse a cabo pondría en manos de inversores privados el desarrollo de la ciudad que pasaría exclusivamente a depender del turismo.
Los críticos con los planes municipales no se contentaron  oponerse desde la prensa y crearon la  “Junta General de la Asociación de Propietarios e Industriales” presidida por Javier Ugarte, ex ministro conservador y uno de los veraneantes más destacados de Hondarribia en su villa “Josefina Enea”. Dicha junta acordó reclamar que se terminaran las obras del primer ensanche, se mejorasen las conducciones de agua potable y se insistiera en el proyecto del puerto refugio entre otras cuestiones.
Ese mismo año, el 27 de octubre de 1913, se produjo un hecho que iba a resultar determinante para el desarrollo urbano de Hondarribia. Ese día Javier Ugarte fue nombrado ministro de Fomento en el Gobierno presidido por el conservador Eduardo Dato. En marzo de 1914 se aprobó la convocatoria para el proyecto del segundo ensanche con pocas modificaciones. Tan solo que no se construyeran edificios demasiado altos para facilitar “la libre circulación de las brisas marinas”. Esto no nos debe extrañar ya que Ugarte, además de ministro de Fomento, defendía un modelo urbano que se basaba en un chalé situado en la carretera del faro o en las afueras, “la campiña” como se denominaba en aquella época. El modelo que defendía Ugarte era diferente al que apoyaba el Ayuntamiento. La idea de Ugarte era preservar esa imagen “pintoresca” que se estaba usando de reclamo para que las clases más altas eligiesen Hondarribia como lugar de veraneo y edificasen sus propiedades en el medio rural, donde determinados propietarios se iban a beneficiar al vender sus terrenos para la construcción de grandes residencias.
La defensa de esta postura fue apoyada desde la publicación “Ecos del Jaizkibel” el 22 de enero de 1916. Estamos en el periodo en el que se lleva a cabo el desarrollo de las grandes villas de Hondarribia, promovidas y construidas por la alta sociedad de la época y apartada de la línea de costa, tal como deseaba Ugarte. En el mencionado número se publica un artículo firmado por “Cucu” titulado “El futuro imperfecto”. En el que se hace una crítica frontal al proyecto municipal llegado a afirmar que “¿A quién se le ocurre, sino a nosotros, ir a construir las viviendas de los veraneantes que nos favorecen entre la marisma y el polvo dejando el aire del campo con sus paisajes espléndidos?” .
El modelo urbanístico impulsado por la alta sociedad se desarrolló entre 1902 y 1923con la construcción de las grandes villas de Hondarribia. Las primeras fueron “Torralba Enea”, promovida por el Marqués de Torralbae “Inguru Eder”, del Marqués de Santo Domingo, la primera de estilo neo-vasco que se realizó en la zona. Entre 1914 y 1924. En el mismo se construyeron un total de catorce villas entra las que destacan algunas de las más destacadas como fueron Villa Beruete (1917), Villa Glim (1919) y Villa Mendibea.  
Torralba Enea, perteneciente a Juan Bascón y Quintero, Marqués de Torralba seguía el modelo británico de casa de campo, con un amplio jardín, y a la vez se alejaba del turismo de playa que ya estaba consolidado. Tenemos, por tanto, un tercer modelo de residencia turística. Tras las villas independientes de la carretera del faro, el modelo francés de hotel del ensanche de Aguinaga, podemos ver como la aristocracia y la alta burguesía buscaba viviendas aisladas y separadas del modelo de turismo de baños de mar.
Villa Beruete, situada en el lugar donde se encontraba el caserío Aingeruenea, en el límite del ensanche de Aguinaga y en una posición dominante sobre Arroka Punta. Su promotor fue Tomás de Beruete y Udaeta, un político liberal descendiente de una familia enriquecida al adquirir tierras en Toledo durante la desamortización de Mendizábal en el siglo XIX. Sin entrar a considerar los aspectos estilísticos diremos que se trata de una villa de tipo neo vasco con planta baja y dos plantas superiores y estaba rodeada de un amplio jardín. La villa desapareció en 1978, cuando se encontraba en estado de abandono, y tan solo se ha conservado la casa de portería.
La gran edificación de la época fue Villa Glim, propiedad del marqués de QuirósEl lugar elegido para construir su mansión fue el terreno que fue ocupado por el caserío Madalengain y cuyas obras comenzaron en 1919. Al igual que en el caso anterior la villa contó con un amplio jardín diseñado por los hermanos Gelos, paisajistas de Biarritz, en 1929. El derribo de la villa se produjo en 1980 pero desde los años sesenta la villa fue encajonada por construcciones en altura resultado de una nueva percepción del urbanismo.
Villa Mendibea, promovida por el abogado madrileño y diputado en la Restauración  Luis Ballestero y Tejada, se puede considerar que es la última edificación de este tipo que se llevó a cabo en Hondarribia y, al igual que las otras dos, fue realizada en estilo neo vasco con un amplio jardín, diseñado por el arquitecto madrileño Luis Sainz de los Terreros, Pese a que villa Mendibea fue derribada en los años 70, para dar paso a un bloque de viviendas en altura, el trazado de su jardín sigue siendo apreciable en la actualidad.

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