Jean Herbette, embajador de Francia, en Hondarribia.

 


Desde finales del siglo XIX la costa vasca se convirtió en el lugar preferido de veraneo de la monarquía y de la aristocracia. San Sebastián, Zarauz y  Hondarribia se convirtieron en los principales estaciones veraniegas junto con Deba y Zumaia. La presencia de la reina regente primero y luego del rey Alfonso XIII en San Sebastián dio lugar a que el Gobierno se trasladase en verano a la costa y con él el cuerpo diplomático. Esta costumbre se mantuvo durante la II República cuando los embajadores seguían trasladándose a la costa guipuzcoana en verano. Podemos situar a los distintos embajadores en los municipios guipuzcoanos, como era el caso del de Alemania en Deba, el de Argentina en Zarauz y los de Francia, Estados Unidos y México en Hondarribia, ciudad que más embajadores acogía tras San Sebastián. Por esta razón nos vamos a ocupar de un ilustre veraneante como era el embajador de Francia Jean Herbette asiduo de la ciudad durante los años que fue embajador en España, entre los años 1931 y 1937.

Jena Herbette nació en Amiens en 1878 y formaba parte de una familia de funcionarios, Su tío fue embajador en Berlín a finales del siglo XIX,  Se licenció en Ciencias y comenzó a dar clase en la Universidad de París pero en 1907 dió un giro radical a su vida y se dedicó al periodismo, convirtiéndose en un periodista especializado en cuestiones internacionales. Durante la Primera Guerra Mundial permaneció en Paris hasta que, ante el avance de las tropas alemanas, el gobierno francés se trasladó a Burdeos. Herbette siguió al mismo y colaboró con “La Petite Gironde”, diario editado en esa ciudad.

Tras el fin de la guerra la principal actividad periodística de Herbette se centró en el caso de Rusia, donde se mostró partidario de la intervención aliada contra los bolcheviques aunque a partir de 1922 apoyó el establecimiento de relaciones diplomáticas con la URSS, donde fue nombrado embajador de Francia en 1924. Se trataba de su primer destino diplomático y el primer embajador francés en la URSS tras el reconocimiento de ésta por Francia. Su estancia en la URSS no estuvo exenta de problemas, por las difíciles relaciones de los países europeos con los soviéticos y el temor a la posibilidad de que la revolución se extendiese a otros lugares.

Tras abandonar Moscú, en julio de 1931 Jean Herbette fue nombrado embajador en España, siendo el primer embajador de Francia ante la II República. Partidario del cambio en España Herbette siempre se mostró preocupado por los anarquistas y la posibilidad de que éstos provocasen una revolución social.

Fue en ese momento cuando Jean Herbette y su esposa Jeanne Labateux comenzaron a pasar los veranos en Hondarribia. Para ello, a mediados de los años treinta, adquirieron la villa Loraitz. Se trataba de una de las villas neo vascas situadas en la carretera de faro de Higuer y que era propiedad de la familia del político conservador Antonio Maura, que fue presidente del Gobierno en cinco ocasiones, una de ellas cuando tuvo lugar la “Semana Trágica de Barcelona” y en los años previos al golpe de estado de Primo de Rivera. Los hijos de Maura, los cuales siguieron veraneando en la costa guipuzcoana (Honorio Maura sería uno de los asesinados en el fuerte de Guadalupe en septiembre de 1936) vendieron la villa a los Herbette. Villa Loraitz fue propiedad de los Herbette hasta 1970, año en el que murió la viuda del embajador (Herbette murió en Suiza en 1960). En su testamento legó la villa al Ayuntamiento de Hondarribia para el sostén del hospital de la ciudad. La villa fue demolida y aunque el topónimo se mantiene en su lugar se edificaron nuevas viviendas.

Pero volviendo a la actuación de Herbette en la recta final de su embajada, que coincidió con el comienzo de la Guerra Civil, debemos decir que el embajador se mostró partidario de la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936. En su opinión, la victoria de la izquierda supondría una política exterior de la República más favorable a Francia.

Cuando comenzó la Guerra Civil, las embajadas que se encontraban en Guipúzcoa se trasladaron a localidades vasco francesas, la mayor parte de ellas a San Juan de Luz. Los diplomáticos franceses, por la cercanía de ambos países y las estrechas relaciones entre los dos gobiernos, tuvieron una actuación más destacada. Mientras el agregado militar, Henri Morel, se trasladó a Madrid el embajador Jean Herbette permaneció en  Hondarribia aunque se trasladaba diariamente en un buque de la armada francesa a San Sebastián y San Juan de Luz.

La actuación de Herbette en la Guerra Civil tiene dos fases diferenciadas. La primera de ellas, hasta la toma de Irún, se caracterizó por sus buenas relaciones con las autoridades republicanas. Prueba de ello es que junto con el gobernador civil Antonio Ortega se trasladó al fuerte de Guadalupe para tratar de liberar al conde de Romanones. Éste fue detenido en Hondarribia y trasladado al fuerte. La intervención de Ortega y Herbette hizo que lo trasladaran a San Sebastián y posteriormente cruzó la frontera. La actuación en la primera fase de la Guerra Civil fue eminentemente humanitaria tratando de salvar las vidas de los detenidos derechistas en manos de los republicanos.

El incendio de Irún, y la caída de la ciudad en manos de los sublevados, provocó –según la opinión del embajador norteamericano- un cambio de actitud de Herbette que pasó a posicionarse junto a los sublevados aunque colaborará con las autoridades republicanas en la evacuación de San Sebastián y en prevenir que la ciudad fuese incendiada como había ocurrido con Irún.

Tras la ocupación de San Sebastián Herbette mantuvo una estrecha relación con el comandante militar de Hondarribia, el comandante Julián Troncoso, que luego se convirtió en el jefe de la frontera y líder de un comando terrorista que actuó en Francia contra intereses republicanos. En esta fase de su embajada Herbette continuará su labor humanitaria, tratando de lograr la libertad de los presos derechistas aunque también intervino para salvar la vida de presos en manos de los sublevados. Este fue el caso de los concejales de Irún Florencio Iracheta y Evaristo Larrañaga, capturados a bordo del “Galdames” en el transcurso del combate naval del cabo Matxitxako en marzo de 1937. A pesar de la intervención del embajador ambos concejales fueron fusilados en Burgos en 1938. La identificación del embajador francés con los rebeldes llegó al extremo de dar por buenas la teorías de éstos sobre el bombardeo de Gernika en abril de 1937 que acusaban a los republicanos de la destrucción de la villa foral.

El final de la embajada de Jean Herbette estuvo relacionado con la caída de los agentes franquistas en Francia tras el fracaso del asalto, en el puerto de Brest, del submarino republicano C2. Como consecuencia del asalto fallido fue detenido el comandante Troncoso. A pesar de las gestiones de Herbette  fue condenado a seis meses de prisión en Francia, tiempo superior al que había permanecido detenido, por lo que fue puesto en libertad inmediatamente y expulsado de Francia.

Las relaciones entre Troncoso y Herbette fueron utilizadas por la prensa francesa de izquierda para denunciar la colaboración del embajador con los sublevados. La protesta de la izquierda hizo que Herbette fuera cesado como embajador y en su lugar se nombrase a Eirik Labonne, que se trasladó a Barcelona donde se encontraba el Gobierno de la República.

Tras su cese como embajador Jean Herbette permaneció en San Juan de Luz hasta comienzos de 1938, año en el que se retiró de toda actividad diplomática trasladándose a vivir a Suiza, concretamente a Clarens, cerca de Montreux donde decidió exiliarse voluntariamente, Tras la Segunda Guerra Mundial Jean Herbette y su mujer mostraron su preferencia por su villa de Hondarribia, que como ya hemos dicho fue donada al hospital a la muerte de su esposa. Desde 1974 existe en la Universidad de Lausana una Fundación Jean Herbette dedicada a la investigación científica y a conservar el archivo del embajador.

Comentarios

  1. No hay ninguna duda de que el embajador de Francia, monsieur Herbette fué simpatizante cuando no colaborador de los golpistas . La alusión a su intento de salvar a dos concejales irundarras parece un intento de blanquear a un fascista colaborador de los franquistas

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