Los bombardeos de Hondarribia durante la Guerra Civil

 

En los tiempos presentes estamos asistiendo a una nueva etapa en las guerras que se libran en el mundo. Las guerras son localizadas y en países lejanos y, salvo que tengan repercusión mediática se convierten en guerras olvidadas. Pero, recientemente, hemos visto como la guerra se ha desatado en el este de Europa y en este caso sí que se trata de una guerra mediática cuyos efectos vemos casi de manera inmediata. Las televisiones y las redes sociales de llenan de imágenes de los bombardeos sufridos por las ciudades ucranianas.

En un pasado no muy lejano la guerra no nos era tan distante. De igual manera, y en la medida de lo posible en aquellos tiempos, igual de mediática lo que nos ha permitido tener un recuerdo claro de lo que ocurrió a partir del 18 julio de 1936, cuando una parte del ejército decidió sublevarse contra el Gobierno. El fracaso del golpe de estado llevó a que una parte del país quedase bajo su control mientras que la mayor parte de España, incluido el País Vasco, se mantuvo fiel a la República. Esta fidelidad supuso que la zona del Bidasoa era vital para ambos bandos por la frontera. Para los republicanos mantener abierta la frontera francesa les abría la posibilidad de recibir suministros y ayuda para continuar la lucha. Por su parte, los sublevados querían cerrar la frontera precisamente, por lo contrario, para evitar la llegada de ayuda al bando contrario. Esto motivó que pronto la guerra se acercase a Hondarribia y en el mes de agosto comenzaron los bombardeos de la ciudad.

En Hondarribia había un elemento que fue el objetivo de los bombardeos, fundamentalmente navales, que sufrió la ciudad. El fuete de Guadalupe, concebido dentro del ambicioso plan del “campo atrincherado de Oyarzun” -que se desarrolló en parte- estaba dotado de diversas piezas de artillería para la defensa de la costa y del interior. Estas piezas, pensaban los sublevados, podía entorpecer el avance de las tropas procedentes de Navarra lo que convirtió al fuerte en un objetivo sobre todo desde el momento que quedó en manos de los republicanos y tras el cambio de táctica de los sublevados.

Tras el fracaso de la sublevación en San Sebastián, y el fracaso de Beorlegui en tomar Rentería las fuerzas procedentes de Navarra cambiaron de táctica. El 11 de agosto de 1936 comenzó un ataque desde Oiartzun hacia la línea defensiva de los republicanos situada en establecida en las posiciones de Erlaitz y Pagogaña. La primera de las posiciones fue conquistada tras duros combates el 16 de agosto y Pagogaña fue abandonada por los milicianos ante la posibilidad de quedar aislados. Ese mismo día las columnas procedentes de Navarra se apoderaron de las posiciones republicanas en Endarlaza.

El primer bombardeo sobre el fuerte tuvo lugar a mediados de agosto cuando el el acorazado “España” abrió fuego contra el fuerte impactando los cañonazos en el foso del fuerte, pero sin causar daños a la artillería. El bombardeo tuvo el efecto de anular el fuego de los tres cañones trasladados desde San Sebastián a Guadalupe, con los que los republicanos hacían fuego sobre los sublevados en la zona de San Marcial ya que estos se encontraban al aire libre. Tras el bombardeo el “España” se acercó a la costa momento en el que la batería de Guadalupe hizo fuego sobre el buque que se alejó rápidamente.

El 17 de agosto de 1936 el fuerte de Guadalupe sufrió un segundo bombardeo. El “España” volvió a cañonear a los republicanos. El ataque contra Guadalupe, según relató el embajador francés Jean Herbette se produjo a las 6,30 de la mañana y nuevamente por la tarde. El embajador de los Estados Unidos, Claude G. Bowers, presente en Hondarribia lo mismo que el embajador de Francia también reflejó en sus memorias los bombardeos recordando como” El viejo cañón de Guadalupe replicaba al fuego, más el barco estaba fuera de su alcance…Sentados en cómodas sillas, en el balcón, observamos la fútil batalla durante todo el día”.

El 18 de agosto el fuerte fue atacado nuevamente, en esta ocasión por el  “Almirante Cervera” quien, a partir de las 8 de la mañana llevó a cabo el ataque que se prolongó durante más de dos horas y en el que se  realizaron 38 disparos contra el fuerte. La distancia desde la que hacía fuego el buque le colocaba fuera del alcance de las baterías de Guadalupe.

El 22 de agosto el fuerte fue atacado nuevamente. Avistado el “Cervera” desde el fuerte se realizó un disparo sobre el buque que “quedó bastante corto” a lo que respondió éste con 38 disparos. El ataque se repitió al día siguiente y se abrió fuego nuevamente contra Guadalupe durante quince minutos realizando 24 disparos. El ataque del día 24 de agosto fue más prolongado, a las 16,12 comenzó el fuego sobre el fuerte que se prolongó hasta las 16,45. Tras rectificar el tiro el bombardeo volvió a comenzar de nuevo entre las 17,12 y las 17, 20 y nuevamente entre las 17,50 y las 18,12. Desde el fuerte se respondió con dos disparos.

Pese a que los efectos militares de los ataques navales no fueron demasiado importantes el efecto que causaron en los defensores de la República si que fueron más destacados. Como consecuencia del primer bombardeo el 19 de agosto fueron “juzgados” trece presos encarcelados en Guadalupe que fueron condenados a muerte, pero sus penas no se cumplieron. Por su parte la Junta de Defensa publicó una nota ese mismo día en la que amenazaba directamente a varios presos que se encontraban en el fuerte de Guadalupe, entre ellos el Conde de Romanones, posiblemente el preso más ilustre que se encontraba en el fuerte, pero por la intervención del embajador francés y del Gobernador Civil Antonio Ortega fue trasladado a San Sebastián y posteriormente cruzó la frontera pasando a Francia.

Hondarribia no solo fue bombardeada desde el mar. El día tres de septiembre los sublevados comenzaron sus ataques directos contra Hondarribia. En la mañana de ese día un avión lanzó dos bombas sobre la ciudad. Una sobre una pieza de artillería situada en las inmediaciones de la carretera de Guadalupe y otra cerca del Hotel Peñón. Un nuevo ataque aéreo se centró sobre la batería situada en las inmediaciones de Miranda Enea pero los proyectiles cayeron cerca de las escuelas Viteri, donde se había instalado el hospital de la Cruz Roja. Este ataque produjo la muerte del camillero Benjamín Vicente y causó varios heridos. El embajador francés Jean Herbette, en referencia al bombardeo, recogió la opinión de Antonio Ortega, Gobernador Civil de Gipuzkoa quién señaló que “los insurrectos no tenían ninguna razón para bombardear Fuenterrabía. El único objetivo militar existente en la región es el fuerte de Guadalupe, situado lejos de la ciudad. Esta no contiene ni agrupamientos de fuerzas armadas ni depósitos de material o municiones y el puerto no es utilizable más que para los pequeños barcos pesquero”.

Esa misma tarde se repitió el bombardeo, al que se sumó la artillería de los sublevados. Sainz de los Terreros recuerda en sus memorias

Por la tarde Hondarribia ya es atacada por el aire y por la artillería de los sublevados. Los efectos de este bombardeo son importantes y tal como recoge Sainz de los Terreros en su diario “Ante el incesante bombardeo el pánico de la población sube de punto: la gente se refugia en la iglesia, en sus casas, en los huecos de las murallas, o se tira al suelo al oír el silbido de las granadas. Los asaltantes enfilan sus tiros principalmente contra la batería emplazada en Miranda enea y contra el torpedero fondeado en el Bidasoa. Los disparos son continuos, y como no todos dan en el blanco, caen bombas y granadas por todas partes, llegando algunas hasta la barriada de la playa. En el hospital de la Cruz Roja el peligro es inminente y el personal sanitario ha tenido que evacuarlo”.

Todo parece indicar que este fue el último bombardeo sufrido por la ciudad que fue ocupada a los pocos días. De todos modos, el “Atlas de Bombardeos en Euskadi” publicado por Gogora recoge un último bombardeo, al parecer realizado por un avión republicano sobre Jaizkibel el 10 de septiembre de 1936 sobre las fuerzas sublevadas que se dirigían a San Sebastián. En resumen, podemos considerar que fueron once los bombardeos que sufrió Hondarribia durante la Guerra Civil. La mayor parte de ellos fueron navales y dirigidos contra el fuerte de Guadalupe. Tan solo en los bombardeos de los últimos días de produjeron víctimas en la ciudad, pero los efectos que éstos generaron en la población fueron intensos como recogen testigos de excepción como fueron Jean Herbette, Claude. G. Bowers y Ramón Sainz de los Terreros, lo que ponía claramente de manifiesto los horrores de la guerra.

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