De fortaleza a Parador. El Parador de Turismo de Hondarribia (y IV)
Nuestro recorrido por la
historia del Parador de Turismo de Hondarribia culmina con el desarrollo del
mismo tras la cesión del edificio al
Ministerio de Información y Turismo. Este encargó, en diciembre de 1964, al
arquitecto irunés Manuel Sanz de Vicuña y García-Prieto un estudio detallado
del edificio y el desarrollo del proyecto de Parador.
Sanz de Vicuña redactó en
1966 un proyecto que se centró en el recinto militar, sin tener en cuenta las
edificaciones anexas, que fueron el gran problema a la hora de desarrollar el
proyecto. Realizando un montaje sobre el plano de 1797 al norte se ubicaban la
Villa Ugarte Enea, residencia del ministro Javier Ugarte durante sus estancias
en Hondarribia y la villa Toki Ona o villa Maria Asun, construida sobre uno de
los almacenes a prueba de bomba del castillo. En el sur del edificio se situaban
los otros dos edificios; la casa Oria –la única que se mantiene en la
actualidad- y Villa Josefina que también se encontraba adosada al edificio.
El proyecto el Ministerio
de Información y Turismo se remitió al Ministerio de Educación Nacional ya que se
trataba de un edificio declarado monumento histórico artístico en diciembre de
1921. Además, en febrero de 1964, el
castillo fue declarado monumento histórico provincial por lo que era necesaria
la opinión del ministerio, que puso varias pegas al proyecto presentado.
Además de indicar varias
cuestiones en el informe técnico se propuso una posible solución a la vez que
se plantea el que será el principal problema a la hora de tratar el desarrollo
del futuro Parador. El arquitecto del Ministerio de Educación Nacional no
permitió que se llevase a cabo una reconstrucción con fines hoteleros y propuso
la adquisición de los edificios colindantes para ampliar la superficie útil del
Parador. Lo que se proponía era una operación urbanística que iba a suponer
grandes esfuerzos económicos y de gestión para poder adquirir todas las fincas.
La obras del Parador se
adjudicaron a la empresa “Enrique Becerril Solano” por un importe de
10.236.955,40 pesetas correspondiendo a la dirección de obra a Manuel Sainz de
Vicuña. Según “La Voz de España” el coste total del Parador fue de
21.322.866,22 pesetas, un 30% más de lo inicialmente presupuestado. En el
mobiliario del edificio se gastaron un total de 5.110.768 pesetas. Tan elevada
cantidad se puede explicar porque Sanz de Vicuña, que se encargó de la
decoración del edificio, recurrió a antigüedades que le fueron ofrecidas o
localizadas en anticuarios de la zona. El resultado fue un Parador con 16
habitaciones dobles, bar y comedor que se ceñía, por el momento, a las dos
fincas conocidas como el castillo y el palacio de los capitanes generales. Las
obras culminaron en 1968 y para el mes de agosto se produjo la apertura del
Parador aunque la inauguración no tuvo lugar hasta el 18 de septiembre de 1968
con la asistencia del propio Franco.
Esta tuvo una amplia
cobertura por la prensa y la televisión de la época. El diario ABC publicó una
crónica en la que recapituló la historia del edificio y sus vicisitudes hasta
la conversión en Parador. Por su parte “La Voz de España” hizo una referencia
más descriptiva de la inauguración del Parador, en la que además de la
presencia de Franco, reseña la presencia del Ministro de Información y Turismo
–Manuel Fraga Iribarne- y las de los ministros de Marina y Obras Públicas,
Pedro Nieto Antúnez y Federico Silva Muñoz respectivamente. A los anteriores
les acompañaron un nutrido grupo de autoridades civiles y militares y el
Ayuntamiento de Hondarribia en pleno. También asistieron el embajador de
Suecia, con motivo de la inauguración de una placa que recordaba la visita del rey de
Suecia a la ciudad en 1899, el subprefecto de Bayona y los alcaldes de Hendaya,
San Juan de Luz y Biarritz. El NODO también se hizo eco de la inauguración
dedicando un reportaje al Parador de Turismo de Hondarribia.
Tras la inauguración del
Parador comenzó el proceso de adquisición de las fincas colindantes. Quedaban
tres para cumplir los planes de expansión trazados por el Ministerio de
Educación Nacional; las villas Josefina, Toki Ona y Josefina Enea.
El proceso de adquisición
de las fincas colindantes fue largo y se extendió más allá de la dictadura y de
la desaparición del Ministerio de Información y Turismo, substituido por la
Secretaría de Estado de Estado de Turismo. La década de los setenta estuvo
marcada por el proceso de adquisición de las fincas, sobre todo porque la
demanda turística de la zona aumentaba y era necesario que el Parador se
ampliase para poder aumentar su capacidad de alojamiento. A finales de 1973 el
Ministerio se dirigió al Ayuntamiento para que trasladase a los propietarios de
las fincas que efectuasen una propuesta para la venta de sus inmuebles. La
primera adquisición se había producido a finales de 1969 y consistió en la
segregación de 1248,80 m2 de la finca Josefina Enea con el objeto de
demoler la pequeña construcción que se hallaba adosada a la pared
del castillo ya había desaparecido en el momento de la inauguración del
Parador.
Las tres fincas restantes
tenían diversas circunstancias. Villa Josefina, era una edificación de cuatro
plantas perteneciente a un solo propietario y que fue el primer edifico en
desaparecer. En el caso de los otros dos edificios la situación fue más
complicada. La villa Toki Ona, era un edificio de 900 m2 dividido en
cuatro viviendas. El caso más complicado era el de la villa Josefina Enea que
se había construido sobre un antiguo almacén a prueba de bombas. En la misma se
ubicaba un taller de electricidad, una vivienda y la Pensión Zaragoza que en la
actualidad sigue existiendo. La tasación de las viviendas corrió a cargo de Sanz de Vicuña quien estipuló el coste de las
mismas en 20.128.00 pesetas. Estas valoraciones se comunicaron a los
propietarios quienes reclamaron que se le dieran pisos análogos a los ocupados
o de un valor equivalente.
Lo cierto es que al fin
de la dictadura no se había llevado a cabo la adquisición de las fincas y Sanz
de Vicuña no presentó su proyecto de ampliación hasta febrero de 1982. La
propuesta del arquitecto pasaba por una ampliación en la zona norte, en el
espacio ocupado por las villas Toki Ona y Josefina Enea. La compra de villa
Josefina se desarrolló sin problemas y en la cantidad estipulada por el
Ministerio, al menos en lo que refiere a los pisos entresuelo, segundo y
tercero que pasaron a ser propiedad del Estado en 1976, mientras que en el caso
del piso primero esto se retrasó hasta 1988. En el caso de la villa Toki Ona
tampoco parece que presentó problemas su adquisición. El principal escollo fue
la villa Josefina Enea ya que al estar arrendada tenía cargas y el Estado no
podía adquirir una finca con cargas. En 1978 se llevó a cabo una última
negociación. En ella los propietarios aceptaron la compraventa con un
incremento del 5% de la cantidad ofrecida y que los inquilinos y las industrias
fueran indemnizadas por el Ministerio, acuerdo que no se materializó.
Sanz de Vicuña presentó
en su proyecto dos variantes, en función de que se dispusiese del solar de
Josefina Enea o no. En ambos casos lo que se proponía era un edificio de nueva
planta aprovechando el desnivel y que contaba con cinco pisos con lo que la
capacidad hotelera del Parador aumentaría en otras dieciséis habitaciones.
Una vez concluido el
proyecto la Secretaría de Estado de Turismo solicitó la licencia de obras al
Ayuntamiento, extremo al que este se negó el 31 de enero de 1983 alegando,
según un informe del arquitecto municipal Javier Ponte Lepine, que donde se
pretendía construir no tenía la consideración de solar. Para seguir el problema
que se generó con la ampliación del parador es de interés consultar una noticia
que se publicó en “La Voz de Euskadi” el 1 de junio de 1983 en el que se narra
el proceso.
Según la citada fuente el
Parador ofrecía balances negativos pero su ocupación era casi permanentemente
del cien por cien de su capacidad por lo que era necesaria su ampliación que
doblaría su capacidad. Desde el Ayuntamiento, inicialmente, no se pusieron
pegas al proyecto siempre y cuando se asumiera la urbanización de la zona. El
Departamento de Cultura del Gobierno Vasco dio también el visto bueno y abrió
un preceptivo plazo de alegaciones. Casi al final del plazo Iñigo Jáuregui,
propietario del Hotel Jáuregui, el más grande de la ciudad, presentó una
alegación en la que argumentaba el daño que generaba el Parador a la industria
local al concurrir “en condiciones ventajosas y de competencia desigual” indicando
que los precios que ofrece son un 20% inferiores a los establecimientos de la
misma categoría, a la vez que lamentaba que el patrimonio de Hondarribia
estuviera en manos privadas y solicita que se recuperase el edificio.
La Comisión de Urbanismo
remitió el escrito a todos los miembros del Ayuntamiento quienes en pleno
rechazaron la licencia basándose en el informe del arquitecto municipal. En el
mismo pleno el concejal de HB Alfredo Lainsa propuso que se reclamase el
castillo para la ciudad. En un pleno, celebrado quince días después, el
Ayuntamiento aprobó de manera unánime un escrito se solicitaba la reversión del
edificio.
La pretensión municipal
generó división en la ciudad. Ante la imposibilidad de ampliar el Parador la
Secretaría de Estado de Turismo decidió el cierre del comedor y de las cocinas,
alegando que necesitaban una profunda reforma, lo que supuso el despido de diez
trabajadores. Los comerciantes el casco antiguo dirigieron una carta al
Ayuntamiento en el que se mostraban favorables a la ampliación y solicitando
una explicación por la denegación de la licencia. Los comerciantes alegaron que
la existencia del Parador era su único medio de subsistencia. Para los
comerciantes el problema no era quien tenía la titularidad del edificio sino
que quien la tuviese fuese capaz de hacer frente a los costes de mantenimiento,
que la directora cifró en aquel momento en 200.000 pesetas de calefacción al
mes y 300.000 de luz cada dos meses entre otros gastos.
Ante la negativa del
Ayuntamiento el Estado interpuso un recurso de reposición que fue desestimado
por la Audiencia de Pamplona en el abril de 1985. El Ayuntamiento presentó un Plan Especial de
Ordenación del castillo de Carlos V y de su entorno cuyo avance se hizo público
en abril de 1987. En el mismo se presentaban dos posibilidades que afectaban a
las villas que seguían en pie. En la primera de ellas se contemplaba actuar en
el fuerte desnivel de la zona noreste, donde se ubicaban las villas Toki Ona y
Josefina Enea con una menor incidencia de la nueva construcción. La opción B
contemplaba construir sobre los restos de la fortaleza existentes en Villa
Josefina. Finalmente no se realizó ninguna de las dos opciones al no poder
lograrse la adquisición de Josefina Enea.
La jubilación de Sanz de
Vicuña hizo que el arquitecto Andrés Abásolo se hiciera cargo de proyecto de
ampliación del Parador. Este presentó cuatro proyectos (septiembre de 1988,
abril de 1989, junio de 1991 y octubre de 1992). El primero era un proyecto
básico que proponía un aparcamiento cubierto y enterrado en el cambio de nivel
en la zona ocupada por las villas Toki Ona y Josefina Enea, que finalmente se
solventó con un aparcamiento en superficie situado entre el castillo y la villa
Josefina Enea. El segundo proyecto era de ampliación y reforma en una primera
fase (la segunda sería el cuarto proyecto de octubre de 1992) mientras que el
tercero se centraba en la reforma del exterior.
Lo más novedoso de las
propuestas de Abásolo era la de trasladar el bar a la azotea del edificio militar
cubierto con un tejado a cuatro aguas, al modo de la que existía en el siglo
XVIII, y cubrir el patio con un lucernario de madera y respetar la ruina del
muro sur sin reconstruirlo. La ampliación de la capacidad hotelera se llevaba a
cabo eliminando los salones y el restaurante, convirtiendo éstos en
habitaciones, a la vez que proponía la demolición de las villas adquiridas por
el Estado respetando el arco de Villa Josefina como terraza superior y que a
nivel de calle dejaba paso a los viandantes. De este modo se logró uno de los
paradores más genuinos y, posiblemente, edificio más emblemático de Hondarribia
culminando de este modo un largo camino que hemos ido narrando a lo largo de
esta serie de artículos.
Muchas, muchas gracias por toda la información y conocimiento que me ofreces en tu Blog. Gracias
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