De fortaleza a Parador. El Parador de Turismo de Hondarribia (III)

 

Exposición conmemorativa de la Paz de los Pirineos (1960). Fuentes: Ayuntamiento de Hondarribia



En un artículo anterior, publicado en la revista Hondarribia correspondiente al mes de octubre de 2021, recogíamos las últimas noticias sobre el Parador correspondientes al año 1954. En septiembre de ese año se aprobó el proyecto de convertir el edificio en el archivo municipal y albergar un museo de arte. Entre 1955 y 1956 se llevó a cabo un proceso en el cual se levantaron planos del castillo, para conocer su estado real, como paso previo a convocar un concurso de proyectos para llevar a cabo la reconstrucción del mismo. También debemos señalar que el 9 de febrero de 1957 se abonó a la “Sra. Viuda de Bandrés, como heredera de los propietarios del Castillo de Carlos V, la última anualidad” que ascendió a 9.108,50 pesetas  culminando definitivamente el proceso de compra que había comenzado en 1928 durante la alcaldía de Francisco Sagarzazu. A partir de este momento el castillo de Carlos V ya era propiedad municipal y se despejaba el camino para poder poner en marcha el proceso de reconstrucción del mismo.

La reconstrucción del castillo se puede considerar que comenzó en marzo de 1956 cuando se aprobó la composición del jurado que debía juzgar el anteproyecto de reconstrucción. Según las actas municipales estaba presidido por Francisco Sagarzazu, como alcalde, e integrado por  Luis de Astiazarain en representación del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro, Joaquín de Irízar en representación de la Comisión Provincial de Monumentos Histórico-Artístico de Gipuzkoa y José Berruezo en representación de la Sociedad Española de Amigos de los Castillos. El jurado falló, el 3 de marzo de 1956, otorgar el primer premio al proyecto presentado por el arquitecto Mariano Garrigues, quien recibió su premio el día 19 de mayo de 1956 coincidiendo con el “Día de los Castillos”. Sin embargo, y pese a que ya se había aprobado el anteproyecto, la reconstrucción del actual Parador volvió a quedar en el olvido. Es posible que la salida de Sagarzazu de la alcaldía y el desarrollo de otros proyectos urbanos de mayor urgencia hicieron que el proyecto cayera en el olvido.

El interés por el castillo se renueva en 1959 y en esa fecha podemos considerar que comenzó el proceso que culminó en su conversión en Parador ya de manera definitiva en 1968. El proceso arranca de una comunicación que recibe el Ayuntamiento, en abril de 1959 por parte del Gobernador Civil José María del Moral Pérez de Zayas. En la misma se comunica una petición del Ministerio de Asuntos Exteriores en el que solicita un presupuesto para la restauración total del edificio, o parcial, de modo que fuera posible realizar en el mismo la exposición conmemorativa del trescientos aniversario de la Paz de los Pirineos, que puso fin al largo conflicto entre Francia y España que había comenzado durante la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) y que en el caso franco español se prolongó hasta 1659. El tratado entre ambos países, como es sabido, se firmó en la Isla de los Faisanes, en el río Bidasoa, territorio que conforma en la actualidad un condominio entre España y Francia y en el que hay un monumento conmemorativo del tratado construido en el siglo XIX. Como curiosidad diremos que el pabellón donde se firmó el tratado fue diseñado por el pintor Diego Velázquez.

En la mencionada comunicación se indica que la comisión organizadora de los actos conmemorativos había acordado centralizar la mayor parte de los actos en Hondarribia, para lo que se solicitaba al Ayuntamiento que se tomasen medidas para el embellecimiento de la ciudad, en especial del castillo, ya que éste sería la sede de una exposición conmemorativa. En la misma sesión municipal el Ayuntamiento encargó al arquitecto Manuel Manzano Monís la elaboración de un proyecto de restauración parcial del castillo. El presupuesto  ascendió a 632.000 pesetas pero que finalmente, según María José Rodríguez Pérez –autora de una detallada tesis doctoral sobre los Paradores en España-, ascendió a 1,856.306, 59 pesetas, es decir casi el triple de lo inicialmente presupuestado. Las obras de acondicionamiento, que se centraron en la parte delantera de edificio fueron subvencionadas por diversas entidades. Según las actas municipales la Diputación hizo un adelanto reembolsable de 200.000 pesetas; treinta y nueve ayuntamientos de Gipuzkoa, algunos de escasa entidad, aportaron 57.250 pesetas y desde diversas instancias del Estado se aportaron otras 200.000 pesetas, cantidad insuficiente para hacer frente al presupuesto. Para asumir la reforma del castillo de Carlos V fue necesario aprobar un crédito extraordinario de 457.958,84 pesetas que en parte fueron financiados por ayudas de otros ayuntamientos y subvenciones concedidas por el Estado, a pesar de ello no se llegó a cubrir la cantidad necesaria,

A partir de las reformas el Castillo de Carlos V se convirtió en un centro de actividades culturales. La primera, y más importante, fue la exposición conmemorativa de la Paz de los Pirineos que se inauguró el 24 de agosto de 1960 con la presencia del ministro de la Gobernación Camilo Alonso Vega y del Gobernador Civil José María del Moral. La muestra fue coordinada por el director del Museo de San Telmo, Germán Manso de Zuñiga, aunque el comisariado de la misma corrió a cargo de Gratiniano Nieto Gallo, director General de Bellas Artes entre 1961 y 1968 que posteriormente fue rector de la Universidad Autónoma de Madrid. Tras la exposición el castillo albergó numerosos festivales, exposiciones y actos culturales orientados hacia la promoción turística de la ciudad. También se proyectó instalar en él una casa de cultura y posteriormente la biblioteca y archivo municipal, proyectos que no llegaron a prosperar.

La última fase, antes de comenzar el proceso de conversión en Parador, dio comienzo en 1964. El 22 de agosto de ese año el concejal Juan José Lapitz preguntó al alcalde Fernández Casadevante si era cierta la noticia aparecida en “La Voz de España” sobre la cesión gratuita del castillo al Estado para la instalación en él de un parador de turismo. El alcalde respondió la que noticia no era cierta ya que ese era un tema que debía de tratarse a nivel municipal. Lo cierto es que algo debía está fraguándose porque en el pleno del 15 de noviembre de 1965 se informó de la posibilidad de instalar un parador en el Castillo de Carlos V. La lectura del acta de ese día nos permite conocer como comenzó el proceso que desembocó en la creación del Parador. La iniciativa partió del ministro de Información y Turismo, que no era otro que Manuel Fraga Iribarne. El ministro informó al alcalde, a través del-- Gobernador Civil Manuel Valencia Remón –combatiente en el Alcázar de Toledo durante la Guerra Civil- que disponía de veinte millones de pesetas para invertir en la conversión del castillo en un parador, pero que tenía que dar una respuesta en quince días o de lo contrario el dinero se destinaría a otras obras.

La sesión clave tuvo lugar el 9 de noviembre de 1966. El alcalde expuso los beneficios que la instalación del Parador traería para la ciudad y hace constar que los informes del secretario municipal y de la Comisión de Obras son favorables a la cesión. El único obstáculo son las casas adyacentes al castillo. El Ayuntamiento pone, como condición para la cesión que los propietarios de esas casas (Villa Josefina, Villa Maria Asun o villa Toki Ona, Villa Enea Ugarte, Casa Oria y una pequeña construcción anexa al castillo) no sean expropiados sino compensados económicamente. La propuesta municipal fue aprobada con un solo voto en contra, en el de Juan José Lapitz.

El 29 de enero de 1966 Manuel Fraga remitió un telegrama al Ayuntamiento comunicando que el día anterior el consejo de ministros había aprobado el plan de obras de paradores, que se publicó mediante un decreto del 17 de febrero de 1966, y en el que se aprobaban los obras de transformación de los castillos de Carlos V, Zafra (Badajoz) y el palacio de los conde Alba de Liste (Zamora) en Paradores Nacionales de Turismo. El 3 de abril de 1967 se publicó en el Boletín Oficial del Estado el decreto por el cual el Estado aceptaba la cesión del Castillo para instalar en él un Parador de Turismo y el 9 de septiembre de 1967 el alcalde Pedro Aguinagalde firmó la escritura de cesión del castillo de Carlos V con lo que daba comienzo una nueva etapa en la historia del emblemático edificio de la ciudad.


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