De fortaleza a Parador. El Parador de Turismo de Hondarribia (II)
Siguiendo con nuestro
recorrido por la historia del Parador hemos visto en un artículo anterior (Revista
Hondarribia, junio de 2021) como a finales de 1928 el Ayuntamiento presidido
por Francisco Sagarzazu se hico con la propiedad de la antigua casa fuerte que
se encontraba desde hace tiempo en desuso. Años antes de que éste pasase a ser
propiedad municipal el edificio acogió una serie de actos que por su
significación en el desarrollo de Hondarribia es necesario recordar
Como es bien sabido
Francisco Sagarzazu ocupó la alcaldía de Hondarribia en 1924, aunque
previamente ya era concejal, durante la dictadura de Primo de Rivera. Sagarzazu
puso en marcha un plan en el que pretendía modificar la fisonomía urbana de la
ciudad, l que pasaba por un desarrollo urbanístico que hiciese atractiva la
localidad a los veraneantes. Para eso era necesario acometer un nuevo ensanche
que permitiese ganar terreno al mar y disponer de terreno para edificar. La
zona elegida para la ampliación fue el llamado “Puntal de España” sobre el cual
se venía tratando en el Ayuntamiento desde 1907. A pesar de ello la cuestión se
fue dilatando en el tiempo y no fue hasta julio de 1924 cuando se inauguraron
las obras desbloqueando, como decía la prensa de la época, un proyecto que
“desde hace diez años permanecía relegado al olvido”.
La ceremonia de comienzo
de las obras del nuevo ensanche se llevó a cabo con la magnificencia que
caracterizaba a los actos organizados por Sagarzazu. En la misma estuvieron
presente el Gobernador Civil de Guipúzcoa –general Arzadun Zabala, que además
de su condición de militar era poeta lo que suponemos que era del agrado del
alcalde hondarrabitarra y también ejercía como Gobernador Militar- y el
presidente de la Diputación Vicente Laffite Obinet. Señalar que Laffitte
–además de impulsor de los sindicatos católicos libres “Alkartasuna”- puso en
marcha el “Aquarium” de San Sebastián que se inauguró en 1928. Junto a los
anteriores acudieron los alcaldes de San Sebastián, Irún, Rentería, Pasajes,
Oyarzun, Alza, Astigarraga y Hernani además de “gran número de elemento oficial
de Irún y Fuenterrabía”.
Tras la inauguración, y
pese a que todavía el castillo no era propiedad municipal, éste fue sede de un
acto para celebrar la inauguración de las obras. Siguiendo al corresponsal de
“La Voz de Guipúzcoa”, diario republicano que con el tiempo se iba a convertir
en el más firme opositor a Sagarzazu, correspondió a la “inspirada iniciativa
de Paco Sagarzazu, alcalde de Fuenterrabía” la idea de celebrar un banquete en
la azotea del castillo de Carlos V. En él participaron cien comensales y estuvo
precedido por un concierto del maestro txistulari de Hondarribia. El cronista
no nos ahorra detalles y señala como “al final de las empinadas escaleras se ve
uno reconfortado por el formidable panorama que difícilmente puede hallar
competidor”. Pero, según se desprende de la lectura de la crónica no solo fue
el paisaje lo que agradó al corresponsal, quién se deshizo en elogios hacia el
“hígado de ganso del Perigord” preparado por Olegario Jáuregui al que califica
de “soberbio artífice sobre el fogón”. El corresponsal de “El Pueblo Vasco”,
más moderado y menos entusiasta que el del diario republicano, también señala
que la “comida se hallaba magníficamente preparada” pero que se deslució por la
lluvia. Eso no pareció desanimar el corresponsal de “La Voz de Guipúzcoa” que
recoge que tras el cese de la tormenta y con los sones de la “Verbena de la
Paloma” se reanudó el mismo y “se bebe Möet-Chandon con abundancia
insospechada”. No es de extrañar que tras el banquete el acto acabase con
cánticos, bailes y discursos en el patio del castillo. En el abundante material
gráfico que se conserva de este acto podemos ver a las autoridades bailando un
aurresku en el patio del castillo y se aprecia el estado de abandono en el que
se encontraba el edificio a mediados de los años veinte. La celebración se
completó con una comida extraordinaria para los asilados de la Beneficencia
–“para que participaran en alguna medida en el júbilo de la ciudad”- y una
regata de traineras.
Tras la adquisición del
edificio a finales de 1928 la siguiente referencia que encontramos al futuro
Parador es en febrero de 1929, cuando murió la reina María Cristina que fue
quién instó a Sagarzazu a la compra del edificio. En agosto de ese mismo año el
dictador Primo de Rivera descubrió una placa en su memoria y la empresa de
ascensores Muguerza propuso instalar un ascensor en el castillo con el fin de
aprovechar la azotea como recurso turístico. La intención del Ayuntamiento era
rentabilizar ésta como elemento turístico por lo que adjudicó, en septiembre de
1930, a Fernando del Valle Lersundi los
derechos municipales por entrada y visita al Castillo de Carlos V. Durante la
II República apenas tenemos noticias del edificio ya que no hay ninguna
referencia a él en las actas municipales. Tan solo sabemos que durante la
Guerra Civil fue empleado como almacén de la pólvora que se trasladó desde el
fuerte de Guadalupe.
Tras la Guerra Civil son
escasas las referencias que tenemos al edificio. En los años cuarenta parce que
se encontraba suspendido el servicio de visitas al edificio ya que en
septiembre de 1941 José Carrera solicitó que se devolviese a la fianza
depositada para la adjudicación del servicio de visitas, que se encontraba
suspendido. En 1944 Pedro Lapitz solicitó al consistorio que se le arrendase
parte del edificio para instalar su industria conservera. Es de suponer que el
regreso de Sagarzazu al Ayuntamiento, en 1942, frenó esas iniciativas. Por el
contrario, en julio de 1944, se aprobó la reparación del ascensor. La voluntad
de volver a dar un uso turístico al castillo se confirmó en marzo de 1950
cuando se nombró un administrador interino para cobrar los derechos de visita
al mismo.
A mediados de 1954 el
tema del castillo volvió a ser tratado en el Ayuntamiento. En septiembre de ese
año se aprobó el proyecto de convertir el edificio en archivo y museo de arte,
para lo cual en mayo del año siguiente se acordó el levantamiento de planos para
conocer el estado del mismo, como paso previo a la proposición de un proyecto
de reconstrucción del mismo. Finalmente, en marzo de 1956 se aprobó el proyecto
de reconstrucción del que nos ocuparemos con mayor detalle en otro artículo
sobre la historia del Parador de Hondarribia. Señalar, como conclusión, que el
9 de febrero de 1957 se abonó a la “Sra. Viuda de Bandrés, como heredera de los
propietarios del Castillo de Carlos V, la última anualidad” que ascendió a
9.108,50 pesetas culminando definitivamente
el proceso de compra que había comenzado en 1928. A partir de este momento
comenzó el proceso de restauración del castillo con el que dio comienzo el
camino que iba a desembocar en si conversión en Parador en los años 60.
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