De fortaleza a Parador. El Parador de Turismo de Hondarribia (I)
Si hay un edificio que
defina el “sky line” de Hondarribia es, sin lugar a duda, el Parador de Turismo
de Hondarribia. Situado en lo más alto del promontorio en el que se sitúa el
casco histórico de la ciudad, la mole rectangular domina la desembocadura del
Bidasoa desde tiempos remotos y ofrece a los visitantes que se alojan en él unas
privilegiadas vistas sobre la bahía de Txingudi. Pero no siembre ha sido así.
En su ya largo periplo el Parador ha ido pasado por una serie de vicisitudes
que vamos a ir relatando en una serie de artículos que iremos publicando sucesivamente
y del que este el primero, en el que abordamos el periodo desde el origen de la
fortificación hasta que pasó a propiedad de la ciudad en 1928.
Los orígenes del Parador
de Turismo de Hondarribia se remontan a los tiempos legendarios de una supuesta
fortificación visigoda cuyo nombre ha quedado en el imaginario popular. Lo que sí
está claro que Hondarribia fue uno de los castillos que pasaron a manos del rey
castellano en 1200, cuando el territorio de Gipuzkoa pasó a la Corona de
Castilla. La fortificación jugó un papel destacado en las guerras del siglo XV
y XVI contra Francia. La actual fisionomía data de los tiempos del emperador
Carlos V y sufrió su más dura prueba durante el asedio de 1638, cuando sus
muros resistieron los impactos de la artillería francesa.
En las guerras de finales
del siglo XVII (Guerra de la Convención) y de primeros del siglo XIX (Guerra de
la Independencia) el castillo de Carlos V tuvo sus últimas actividades de
carácter militar. En la Guerra de la Convención (1793-1795), en la que las
monarquías absolutistas de Europa se enfrentaron a la nueva República Francesa,
Hondarribia fue ocupada por los convencionales, los cuales destruyeron gran
parte de las fortificaciones de la ciudad que perdió, de este modo, su
condición de plaza fuerte dada la magnitud de las destrucciones. A pesar de
ello parece que el castillo de Carlos V no sufrió grandes desperfectos ya que,
en un informe posterior, realizado por ingenieros militares, lo consideraban
como la pieza clave, apoyado por diversas baterías, para asegurar la defensa
del estuario de Txingudi. Pocos años después, durante la Guerra de la
Independencia (1808-1813) el Parador iba a protagonizar su último episodio
militar.
En ese conflicto
Hondarribia fue nuevamente ocupada por los franceses, quienes en virtud del
tratado de Fontainebleau (1807) penetraron en la Península en calidad de
aliados pero que pronto se convirtieron en ocupantes. En esta guerra surgió el
fenómeno de la guerrilla, combatientes irregulares que hostigaban al enemigo,
que fue activa en las estribaciones del Pirineo navarro. Fue en este contexto
cuando tuvo lugar el último episodio militar que protagonizó el actual Parador.
Hondarribia, pese al mal
estado en que se encontraban sus fortificaciones, acogió a una guarnición de
seiscientos soldados franceses que se alojaron en casas particulares y debían
ser alimentados a cuenta de la ciudad. Los franceses también instalaron en el
convento de Capuchinos un hospital.
Pero centrando nuestra
atención en el Parador el acontecimiento que nos interesa tuvo lugar el 11 de
marzo de 1813. Como recoge Ernesto Goiricelaya en su obra “Cosas de Alde
Zaharra” ese día se produjo el asalto al castillo de Carlos V por el
guerrillero Fermín de Leguía. Sin entrar en los detalles, que en la obra
mencionada se narran perfectamente, la acción de Leguía se saldó, además de con
la destrucción de material bélico, con el incendio del castillo el cual quedó
inutilizado desde el punto de vista militar ya de manera definitiva.
A mediados del siglo XIX,
la “Casa fuerte de Fuenterrabía” que era su denominación oficial, pasó a ser
propiedad municipal, durante la alcaldía de Leandro de Souza Ladrón de Guevara
como recoge Florentino Portu. De todos modos, el estado de la casa fuerte era
bastante malo y en 1866 el Ayuntamiento renunció al usufructo del edificio al
no poder acometer las obras de restauración y conservación que el edificio
requería. El Ministerio de la Guerra recuperó el edificio, pero el Estado
tampoco asumió el coste de las reparaciones que necesitaba y éste acabó en
manos privadas pasando a ser propiedad de Eugenio Goenaga por una escasa
cantidad.
Durante la III Guerra
Carlista (1872-1876) la casa fuerte volvió a jugar un pequeño papel militar. En
esta guerra civil, a diferencia de la Primera Guerra Carlista (1833-1840),
Hondarribia formó parte del bando liberal y el castillo sirvió de alojamiento a
los voluntarios y tropas liberales que defendían la zona, con Irún como
epicentro de los combates en la desembocadura del Bidasoa en 1874. Por las
actas municipales sabemos que el 7 de mayo de 1873 el Ayuntamiento acordó abonar
al propietario del Castillo Carlos V, Eugenio Goenaga, los daños que pudieran
ocasionarse con motivo del uso del edificio como fortaleza para los voluntarios.
Se estipuló en unos “seis o siete mil reales de vellón” el pago que, todavía en
1876 una vez finalizada la contienda, reclamaba el propietario de la casa
fuerte. A principios del siglo XX, concretamente en junio de 1905, el nuevo rey
Alfonso XIII visitó la ciudad y la casa fuerte, que seguía en manos privadas. De
hecho, el edificio estaba en venta tal como anunciaba un letrero en inglés
situado en la puerta de este.
A principios del siglo XX
sabemos por una crónica publicada en el diario ABC el 19 de septiembre de 1968,
al día siguiente de la inauguración del actual Parador de Turismo por Francisco
Franco, que el edificio podía haber permanecido en manos privadas. Un ciudadano
británico, amigo del pintor Ignacio Zuloaga, estaba interesado en adquirirlo
como regalo de bodas para una pareja de amigos que iban a contraer matrimonio
en breve tiempo. Según se desprende de la crónica el posible comprador ya había
depositado 5.000 pesetas como señal de compromiso de la adquisición del
edificio.
Pero un hecho decisivo en
la historia del edificio se iba a producir en el verano de 1928 cuando la reina
madre, María Cristina de Habsburgo, visitó Hondarribia en sus vacaciones
estivales. Para entonces Hondarribia ya era una ciudad turística y estábamos en
el apogeo de la primera alcaldía de Francisco Sagarzazu, alcalde de la ciudad
en la dictadura de Primo de Rivera, y de sus planes urbanísticos para la
ciudad.
Fue en ese contexto, y durante
un recorrido por la ciudad de la reina madre, cuando ésta tomó conciencia del
abandono en que se encontraba del castillo. En la calle Mayor se encontró con
el alcalde Francisco Sagarzazu, a quien instó a que el Ayuntamiento comprase el
edificio. Las gestiones de Sagarzazu y la mediación de Ignacio Zuloaga hicieron
que se deshiciese la venta al británico. Esto permitió que el 27 de diciembre
de 1928 la ciudad adquiriese la casa fuerte a su actual propietaria, Francisca
Urriza Mendiluce, por la cantidad de 145.000 pesetas pagaderas en diez años
formalizándose la operación ante notario en Rentería el 2 de enero de 1929.
Pequeños detalles:
ResponderEliminar1er párrafo, 10* línea, sustituir "siembre" por "siempre"
12linea sustituir "pasado" por "pasando"
15 línea este "es" el primero, incluir "es"
2*párrafo pone finales del siglo XVII (Guerra de la Convención). MAL, No fue en el XVII sino en el XVIII como lo pones a continuación (1793-1795)
11* párrafo, 4linea "del castillo" poner "el castillo", sustituyendo "del" por "el"