El Hotel Mouriscot. El último vestigio de la hotelería histórica de Hondarribia.


En 1609, reinando Felipe III, se decretó la expulsión de la Corona y Aragón a los “moriscos”, un grupo étnico que tras su rebelión en tiempos de Felipe II habían sido dispersados por la geografía peninsular. Tras su expulsión algunos de ellos se asentaron en las inmediaciones de un lago próximo a Biarritz dando nombre a un lago. Con el paso del tiempo en la zona se construyó la villa Mouriscot, propiedad de Federica de Hannover, hija del rey de este territorio alemán. En la misma se prometieron en 1906 el rey Alfonso XIII y la princesa británica Victoria Eugenia de Battemberg, sobrina del rey Eduardo VII de Gran Bretaña y nieta de reina Victoria.

Tan resonante nombre para la realeza europea encontró su réplica en Hondarribia cuando los hermanos Rafael y Ángel Urrutia, descendientes de un linaje que podemos situar en Hondarribia desde finales del siglo XVII, solicitaron licencia en septiembre de 1905 para construir un edificio de cinco plantas situado en las inmediaciones del Arco de Santa María, El edificio proyectado, con fachada a las calles Damarri y Harresilanda, estaba previsto que contase con cinco plantas y fue diseñado por el arquitecto Pedro Arístegui que ya había realizado varias obras en Hondarribia como el chalé de José Domínguez Martínez (1900) situado en la carretera del Faro o el “cottage” de los Marqueses de Torralba en el camino de Guadalupe (1902). Finalmente, el edificio se redujo a tan solo tres plantas y se suprimieron algunos elementos previstos en el diseño de Arístegui, posiblemente para mitigar el impacto del edificio sobre las murallas de la ciudad.

El edificio sufrió varias reformas. La primera de ellas en 1907, cuando se reformó la escalera de acceso, ocupando todo el chaflán de entrada. Otra reforma se llevó a cabo en 1914, cuando se prolongó la terraza del café y se construyeron tres nuevos garajes que se añadieron a los cuatro que ya se ofrecían como un servicio exclusivo del hotel. Finalmente la ultima reforma se llevó a cabo en 1922 cuando se construyó un pabellón apoyado sobre pilares adosado al muro norte.

Pero dejando a un lado la evolución del edificio, que aunque puede carecer de interés arquitectónico, su valor histórico es importante. Se trata de último vestigio de la hotelería histórica de Hondarribia. Del resto de hoteles de la época (el Hotel Peñón inaugurado en 1900, el Hotel Français de 1903 y el Concha en 1905) no queda vestigio alguno. Tan solo se mantiene el Hotel Jáuregui, en un edificio que nada tiene que ver con el histórico, y cuya historia se remonta a comienzos del siglo XX, e incluso antes, ya que la familia era propietaria de una de las fondas que a partir del último tercio del siglo XIX comenzaron a alojar a los turistas que llegaban a Hondarribia. 

En su devenir histórico el Mouriscot funcionó como hotel hasta la Guerra Civil. Era un establecimiento con veinte habitaciones y 35 plazas que ofertaba, como ya hemos indicado, cuatro garajes como servicio exclusivo. Su situación, en frente del Casino de villa Artazcoz era privilegiado y el contar con una cafetería y restaurante lo hacía un lugar muy frecuentado, como demuestra que el propio Alfonso XIII se detuviera en él en julio de 1911

El final del Mouriscot como hotel se produjo con el estallido de la Guerra Civil. Durante la misma los hoteles de Hondarribia se convirtieron en dependencias de la Junta de Defensa que se hizo con el control de la ciudad entre julio y los primeros días de septiembre de 1936. En el edificio al que nos referimos fue la sede de las comisarías de Orden Público y de Transportes de la Junta de Defensa de Hondarribia. En la Comisaría de Transportes se integraron Santos Jáuregui Lapitz, quien estuvo al frente del hotel entre 1927 y 1929, Ángel Manterola Echeverría, Domingo Azpiazu Barandirán y Anastasio Blanco Elola. Este último, un socialista irunés, fue el responsable de una red de espionaje republicana en la zona del Bidasoa durante la Guerra Civil y que murió en México en el exilio. Como dato curioso hay que señalar que llegó a Estados Unidos en el mismo barco que trasladó el “Gernika” de Picasso. En la Comisaría de Orden Público se integró José Miguel Echániz Arruti junto con Jacinto Saura Arocena, Julián Regúlez y Juan Oyanguren Sánchez. Varias fuentes indican que Regúlez era policía y que fue uno de los integrantes de la comisión que subió al fuerte de Guadalupe con la intención de que sy comandante, el capitán Grajera, lo entregara a las autoridades republicanas.

Tras la ocupación de la ciudad el hotel fue utilizado por las nuevas autoridades como lugar a donde se trasladaba, entre otros hoteles de Hondarribia, a las personas que volvían de Francia pero que eran afectas a los sublevados. Posteriormente se hizo cargo del mismo Auxilio Social, que instaló en él un comedor. La principal función que tuvo el Mouriscot tras la Guerra Civil fue el de albergue para los menores repatriados funcionando con el nombre de “Albergue de Nuestra Señora del Pilar”. El albergue fue regentado por unos monjes y los niños eran alojados en la parte baja del edificio (suponemos que en los garajes) según el testimonio de Joan Ventura Vives, repatriado de Francia tras la invasión alemana de junio de 1940. Al parecer la estancia de los niños en el albergue era breve y a los pocos días solían ser enviados a sus lugares de origen. A pesar de ello Ventura recordaba el hambre y la escasa alimentación que consistía en algo de sopa y pan negro.

Tras la desaparición del albergue de Auxilio Social el “Mouriscot” no volvió a ser un hotel y se convirtió en un edificio de casas particulares. Pese a que su fisonomía ha cambiado un poco (se ha modificado el acceso por el chaflán) y los garajes se han convertido en comercios y bajo la terraza de la antigua cafetería de los Urrutia se ubica en la actualidad el batzoki de Hondarribia.

Para concluir diremos que estamos ante el último vestigio de la hotelería histórica de Hondarribia. El último edificio, que con algunas modificaciones nos permite dejar testimonio de los primeros pasos de un modelo de desarrollo por el que apostó Hondarribia en la segunda mitad del siglo XIX y que se ha convertido en la seña de identidad de la ciudad. Por todo lo anterior y por los acontecimientos que ha presenciado el viejo “Hotel Mouriscot” lo hemos incluido en nuestro reciente “Mapa de la Memoria” sobre los lugares de memoria en Hondarribia. 

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