Francisco Roussell: Historia y mito del “miliciano bueno"
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Milicianos en el fuerte de San Marcos. Fuente: Kutxateka |
La Historia se compone
de muchas pequeñas historias. Algunas a veces se olvidan o quedan desdibujadas
por el paso del tiempo. Quizás entre ellas se encuentra la de Francisco Roussell
Zabala, aquel a quien la prensa franquista denominó el “miliciano bueno”. Pero
para recuperar la historia de Roussell tenemos que volver, una vez más a los
convulsos años de la Guerra Civil.
No sabemos demasiado de la vida del protagonista de esta
historia. Era natural de Miranda de Ebro, donde nació en 1908. Hijo de
Josefa Ignacia Zabala Susperregui, nacida en Hondarribia el 31 de julio de 1873,
y de un maquinista de origen francés. En 1927, tras enviudar su madre, la
familia Roussell Zabala, integrada por Josefa Ignacia, Francisco, Manuel
(Miranda de Ebro, 1910) y Justo (Miranda de Ebro, 1912), se trasladó a Irún
residiendo en el número 86 1º de la Calle Fuenterrabía.
Francisco, al igual que
sus hermanos, era ferroviario y al comenzar la Guerra Civil parte de las
milicias irunesas que se aprestaron a defender la República. Es evidente que
Francisco y sus hermanos eran izquierdistas, así lo consideran los informes
conservados en el Archivo Municipal de Irún, pero no podemos afirmar –como hacen
algunas fuentes- que perteneciera a la CNT. Una carta publicada en la revista
“Historia y Vida” en agosto de 1973, firmada por Vicente Urabayen Ros, un
antiguo combatiente de Lezaun, que señaló
que trabajaba como conductor de máquinas eléctricas en la Compañía del Norte de
España y era miembro del PCE. Al comenzar la Guerra Civil se unió a las tropas
republicanas como miliciano. Según la mencionada carta Roussell combatió en
Erlaitz y San Marcial llegando al fuerte tras la caída de esta última posición,
lo que situaría al protagonista de nuestra historia el 4 de septiembre de 1936
en Guadalupe.
En los últimos días de dominio republicano de Hondarribia
varios presos fueron fusilados en el fuerte. Entre ellos se encontraban Honorio
Maura, hermano de Miguel Maura primer ministro de Gobernación de la República,
y Joaquín Beunza, dirigente tradicionalista navarro. En ese momento entró en
escena otro personaje destacado y que no era otro que un detenido en el fuerte,
perteneciente a las Juventudes de Acción Popular, llamado Melitón Manzanas. En
una declaración prestada tiempo después sobre la muerte de Maura y Beunza
declaró que, según le refirieron otros detenidos, Roussell había preparado la
fuga de Maura y Beunza de acuerdo con
guardias nacionalistas del fuerte. Al parecer los dos detenidos se negaron para
evitar las represalias sobre el resto de los presos. Mananas también declaró que
entró Roussell donde se encontraba y lo sacó junto con otros detenidos para
descargar un camión y tras ello les dijo “que iban a enterrar a los Sres. Maura
y Beunza para que no quedaran expuestos a que sus cadáveres fueran profanados”.
Al parecer estas muertas causaron una profunda impresión
en Roussell, Esto hizo que, junto a Fermín Argote Ortíz del Río, facilitase la
evasión de los detenidos del fuerte. La noche del cuatro de septiembre de 1936
Roussell abrió las celdas de los presos permitiendo la fuga de los mismos. Uno
de los detenidos en Guadalupe, Eugenio Ollo, declaró años después que Roussell le
entregó la llave de la galería donde permanecían encerrados. Según su relato los prisioneros salieron al foso por una poterna
y salvaron las alambradas echando a correr por el monte en dirección a
Hondarribia. Según la declaración de Eugenio Ollo escaparon del fuerte 178
presos que se mantuvieron ocultos en caseríos de la zona hasta que el día 6 de
septiembre llegaron a Hondarribia. Entre los que escaparon monte abajo se
encontraba el propio Roussell que logró cruzar a Francia junto a los presos en
dos barcazas. A partir de este momento la historiografía franquista construyó
un mito que tuvo como centro la figura “del miliciano bueno”.
Uno
de los que contribuyeron a la creación del mito fue el escritor y cronista de
Hondarribia Adrián de Loyarte. En su obra “Mártires de San Sebastián” publicada
en 1944, describe a Roussell como “de
buen corazón” pero que fue víctima de las circunstancias y “el ambiente en que
vivió rodeado cambió sus verdaderas ideas”. El mito lo aumentó un veraneante en
Deba José Alberto Palanca, quien el diario que redactó sobre la Guerra Civil
localizamos la siguiente referencia: “En Irún nos relataron todo lo que había
pasado; la famosa historia de los presos del fuerte de Guadalupe y como los salvó un ferroviario de la CNT que
se sintió horrorizado por los crímenes que cometieron sus correligionarios.
Precisamente un día antes de mi llegada, los republicaos que se habían
refugiado en Hendaya habían intentado asesinarlo y los nuestros le habían invitado a que
volviese a Irún. Al día siguiente se verificaría su recepción, a la que los
presos salvados y el elemento militar querían dar una gran solemnidad, esperándole
en el puente internacional con toda clase de honores. La darían una comida y le
repondrían en su cargo en la estación”.
No
hemos localizado ninguna referencia al regreso de Roussell pero lo cierto es
que a los pocos meses estaba en España. La entonces influyente Hermandad de
Cautivos de Guadalupe, presidida por
el párroco Segundo Garayalde, organizó un homenaje al miliciano que
favoreció la huida de los presos. Este tuvo lugar el 5 de noviembre de 1936 y
en el mismo le entregaron un reloj de oro con la inscripción “Fuerte de
Guadalupe. Cinco de septiembre de 1936-Viva España”.
Posteriormente,
y según las fuentes de que disponemos, Roussell ingresó en el ejército franquista
como alférez de complemento y participó en la campaña de Vizcaya y Asturias.
Según Urabayen formó parte del Tercio de Lácar siendo ayudante del comandante
del mismo durante la campaña de Vizcaya. Tras el final de los combates en el
norte pasó al frente de Aragón tomando parte en la batalla de Teruel y en los
combates de la Sierra de Espadán (Castellón) en julio de 1938. Al parecer fue
herido en los mismos y trasladado al hospital de Valdecilla (Santander) donde
falleció sin que podamos concretar la fecha pero, en todo caso, antes del final
de la Guerra Civil. Según Adrián de Loyarte, Roussell murió como consecuencia
de las complicaciones de una operación de apendicitis en el hospital de San
Sebastián en junio de 1939.
En
lo que respecta al resto de la familia su madre regresó el 21 de septiembre de
1936 desde Hendaya y es posible que lo hiciera con su hijo Francisco. Sus hermanos no
lo hicieron hasta 1939 siendo considerados prisioneros. Los informes del
Ayuntamiento de Irún señalan que ambos hermanos eran de “tendencia
izquierdista” pero no indican que tuvieran ninguna actuación durante el período
republicano. Por el contrario si destacan que “un hermano suyo ha luchado
bravamente en las filas nacionales” en referencia a Francisco Roussell. En un informe
del Jugado Especial de la Frontera fechado el 12 de mayo de 1939 sobre Manuel
se recoge que “dado el ejemplo que ha visto en su hermano, bravo luchador en
las filas nacionales, suponemos que habrá llegado al convencimiento de la
Grandeza de la Causa Nacional y de la decidida y mucha protección que se presta
al obrero en la España de Franco”.
Pedro Barruso Barés
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