Lehen Maiatza-Primero de Mayo: Sentido y conmemoración.

Manifestación del 1 de mayo de 1922 en San Sebastián. Fuente : Kutxateka

La conmemoración del 1 de mayo, la fiesta del trabajo y de las reivindicaciones laborales, ha ido cambiando a lo largo del tiempo. Desde que en 1889, la Internacional Socialista eligiese la fecha para recordar a los “Mártires de Chicago” ejecutados tras la revuelta de Haymarket, se ha celebrado de manera ininterrumpida, aunque sometida a los avatares de la Historia. Con anterioridad las organizaciones obreras recordaban a los miembros de “La Commune” fusilados en Paris en 1871. En Guipúzcoa la primera celebración se produjo en 1890, cuando tuvo lugar un mitin en el Teatro Principal de la capital donostiarra. A raíz de la celebración del año siguiente, en 1891, se creó la Agrupación Socialista de San Sebastián, la primera en territorio guipuzcoano. En los años sucesivos la celebración obrera alternó la reivindicación, con la celebración de mítines en los que participaban destacados oradores del socialismo provincial, con la parte lúdica ya que siempre se programaban comidas populares o romerías con motivo de la celebración.
            Es fácil suponer que la festividad obrera pasó por los diversos avatares de la política española. En los años del reinado de Alfonso XIII, con restricciones y no pocos problemas, la conmemoración se fue abriendo paso. En 1914 informaba “La Voz de Guipúzcoa” que la celebración se estaba normalizando y es “ya un episodio festivo de la historia del proletariado” celebrado de manera lúdica como en Eibar, donde se celebró una verbena, un concierto y una romería además del consabido mitin. Esa normalidad se sigue apreciando años después, en 1918. A pesar de la difícil coyuntura económica producida por la Primera Guerra Mundial, y todavía recientes los ecos de la huelga revolucionaria de agosto de 1917, el 1 de Mayo de 1918 se celebró con el consabido mitin, en el que intervinieron Pérez Solís, futuro fundador del PCE, y el líder socialista guipuzcoano Guillermo Torrijos. Tras el mitin hubo velada teatral y una romería animada por una banda de música. Saltando en el tiempo hasta 1931, ya con la República en España, la celebración se extendió por diversas localidades guipuzcoanas. El diario republicano donostiarra informaba el 3 de mayo de 1931 de la celebración en la capital y en otras localidades como Andoain, Rentería, Ordizia, Urretxu o Irún entre otras. En ésta última se celebró una representación teatral y un mitin en que participaron diversos oradores. Destacó en la celebración la interpretación de “La Marsellesa” por parte de Pilar Blasco y la recepción a Luis García, irunés herido en los sucesos de Jaca de diciembre de 1930.
Durante el franquismo el 1 de mayo fue remplazado por la festividad de “San José Obrero” en la que se celebraban las llamadas “demostraciones sindicales”. Tras la muerte de Franco la fiesta del 1 de mayo renació y volvió a recuperar su sentido de jornada reivindicativa por parte de los trabajadores. En 1977 la prensa ya informaba de manifestaciones obreras que, sin embargo, fueron disueltas por las fuerzas de orden público. Con las primeras elecciones democráticas a la vista –se celebraron el 15 de junio de ese mismo año- el Gobierno no permitió las manifestaciones lo que provocó una nota de protesta de las organizaciones sindicales guipuzcoanas.
            Al año siguiente, ya en el camino hacia la normalidad democrática, la fiesta del 1 de mayo se celebró en San Sebastián con una masiva manifestación pacífica. Convocada por UGT y CCOO de manera conjunta reunió, según “La Voz de España,  a 25.000 personas y culminó con una comida en Urgull  y un festival en el frontón de Anoeta con la participación de diversos artistas.
Como detalle curioso señalar que la víspera del 1 de mayo se produjo el acto simbólico de unificación del PSE y del PSP en los locales de la Agrupación Socialista de Irún. En un acto al que acudieron el diputado Carlos Corcuera, Enrique Casas y el senador Enrique Iparraguirre, diez militantes del PSP de Guipúzcoa se integraron en el PSE. Ese mismo día el busto del general Mola, que ya había sufrido un intento de atentado frustrado, desapareció de su emplazamiento en Irún.
En los años sucesivos la  normalidad se instaló en la celebración del 1 de Mayo, pero no por eso se debe olvidar la reivindicación de las mejoras laborales, de una más justa redistribución de la riqueza, de un sistema en el que prime la igualdad de oportunidades y se valore lo público –construido con el esfuerzo de todos- frente a la especulación y primar los resultados económicos sobre cuestiones primordiales como la salud. Es precisamente en tiempos como los actuales, cuando debemos valorar que sin salud no hay economía. Las medidas de control, necesarias aunque resulten duras desde el punto de vista social y económico, son fundamentales para que uno de los derechos fundamentales, que es el derecho a la salud gracias a una sanidad universal –lograda en España, no lo olvidemos, por un Gobierno progresista- nos permita llevar a cabo la recuperación económica y hacer frente a los cambios sociales que se avecinan. Por eso, este 1 de mayo de 2020, tiene –aún más si cabe- sentido su conmemoración.
Pedro Barruso Barés

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